La tormenta tropical afectó de manera directa a unas 100 viviendas, dejando pérdida total de sus enseres en al menos unas 30
Luego del embate de Narda en la localidad de Yelapa, sus habitantes tratan de levantarse y continuar la vida, sin embargo, para muchos, en tan solo unos instantes, lo perdieron todo.
Las pérdidas están cuantificadas en unos 20 millones de pesos en todo el municipio de Cabo Corrientes, donde unas 300 viviendas se vieron afectadas, de las cuales unas 100 corresponden a esta localidad y de estas, en al menos 30 se perdió todo.
Nunca habíamos visto esto
Los lugareños, aseguran que una creciente como la del domingo no la veían en décadas, tal como lo comenta el señor Espiridión Joya Ramos y su nieto Noe Loredo, quienes tenían un pequeño restaurante junto a la cascada y que la creciente del río arrasó con todo a su paso.
“Antes de que anocheciera alrededor de las 7:30 a 8:00 llegó la creciente. Que yo recuerde, tengo 49 años aquí, y nunca había pasado una creciente así. Se desboco el río, se llevó las casas y todo a su paso”, expresó.
En Yelapa, viven alrededor de mil 500 personas, tanto nacionales como extranjeras, de los cuales un 80% resistió el embate de la tormenta tropical.
En cuestión de segundos
Bastaron 8 minutos de lluvia para que un paraíso se convirtiera en infierno, pues el agua se llevó todo a su paso, algunos fueron sorprendidos por la creciente, de puro milagro lograron salvarse.
Uno de los sobrevivientes del embate fue Rufino Córdova, quien relata cómo vivió la creciente del río. “Se vino el arroyo demasiado grueso y estuvo llevándose todas las rocas, alcanzó como un metro y medio de altura.
Fue un volumen del río demasiado alto. Ahí donde vivo, yo me hubiera ahogado, pero tengo ahí unas rocas largas que me protegieron”, explicó.
Familias completas lo perdieron todo y por la mañana del martes, trataban de recuperar lo poco que encontraron regado, pues al llegar la creciente del río, misma que derribó el puente que comunica la zona conocida como El Paso y el pueblo, se llevó todo.
“Fue en un abrir y cerrar de ojos. En menos de 5 minutos ya estábamos todos inundados. No nos dio tiempo de sacar nada”, explicó la señora María Magdalena Lorenzo, quien al ver que llega la creciente del río se resguardo en una segunda planta de su casa, pues las habitaciones de abajo fueron alcanzadas por la creciente del río.
«Ya cuando vimos el agua, mi esposo andaba sacando unas cosas allá abajo y nosotros, mi hija, su esposo y yo, nos fuimos al segundo piso, pero después nos fuimos a resguardar con otra hija que vive en la parte alta”, añadió.
¿Y el Plan DNIII?
El lunes por la mañana, personal de la Marina, Protección Civil y Guardia Nacional acudió a hacer un sondeo para poder hacer una evaluación de los daños y se retiraron.
Por la mañana del martes, jornadas de la Secretaría de Salud realizaban consultas en la localidad, revisando a las personas, las cuales limpiaban sus hogares, echaban palazos y carretilladas de arena y lodo de sus casos, todo ello sin la ayuda del Ejército o la Marina, que en estos caso aplican el Plan DNIII.
“¿Que viene?, pues limpiar y rescatar lo poco que nos quedó. Esperamos que tengamos un poco de ayuda por parte del gobierno para poder recuperar parte de nuestras cosas”, explicó María Magdalena.
Por su parte, Román Lorenzo, uno de los cientos de habitantes de la localidad que al paso de la creciente, comenzaron a limpiar la zona.
“Se inundaron casi todas las casas a la orilla del río, vino la Marina, pero nada más a ver si no había heridos o muertos, pero no hemos recibido ayuda por parte del gobierno para limpiar”, dijo el hombre mientras paleaba lodo y arena del interior de su casa.
El hombre agradeció al gobierno el haberles llevado despensas, “pero no nos ha ayudado a limpiar, ni nada, por lo que nosotros mismos a palazos y cubetas estamos acarreando agua del río para poder limpiar”, añadió.
Sin servicios
Desde el día de la creciente, la localidad se quedó sin servicios. No hay energía eléctrica, no hay agua potable, no hay servicio telefónico y sólo aquellos que cuentan con planta eléctrica han podido echar andar lo poco que les quedó o la utilizan para cargar sus celulares y si en caso de que tengan señal, se comunican a Puerto Vallarta, desde donde la gente les envía despensas.
En tan solo en la tarde del lunes y mañana del martes sumaban ya unas tres toneladas de ayuda, pero hace falta más.
En el centro de distribución de víveres, instalado a un costado del muelle, acude la gente para apoyar, embolsar lo que las personas han enviado, así como se distribuye lo que llega.