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Gerardo Sandoval Ortiz |

A un año del triunfo, AMLO sigue en deuda con muchos y fascina a otros

CONTEXTOS

Hoy no es domingo, es lunes primero de julio y transcurrió ya un año de la histórica consagración de Andrés Manuel López Obrador y los no menos relevantes triunfos electorales en Jalisco y en Puerto Vallarta de los candidatos del Movimiento Ciudadano.

Sí, los morenos en el país festinan el sometimiento electoral a sus odiados enemigos, “los prianistas”. A temprana hora estaban en los preparativos de su fiesta, para conmemorar aquella victoria y también, en correspondencia y revivir a las manifestaciones sabatinas de aquellos que no quieren a su santo presidente.

Este aniversario es preciosa oportunidad para que “chairos” y “contrachairos” saquen a blandir sus cuchillos y en tanto unos intenten imponer su verdad, la de no haber nada, ni obras ni acciones por festejar, y los de la cargada oficialista, a restregarles el triunfo que extirpó la corrupción y echó de Los Pinos a los ladrones, saqueadores del pueblo, bandidos y apátridas.

No. No se trata de festejar el día de los buenos ni de los malos. López Obrador ya tiene claro que no le bastará el apoyo del pueblo bueno y sabio para ofrecer bonanza a todos los mexicanos y debería entenderlo también sus seguidores. Replicar el discurso de la infamia solamente ahondará la fractura del país y urge retomen la bandera del “país unidos, jamás será vencido”.

En principio, el lauro de López Obrador tiene valor muy especial, mucho más que el logro de Vicente Fox Quesada en el 2000, por romper un el bipartidismo que intentaron imponer desde los partidos Revolucionario Institucional y Acción  Nacional. Lo del tabasqueño es mucho más simbólico por trascender fronteras y tomarse y aportar a México la imagen de un país democrático.

Lo de hace un año es la más grande lección a priistas y panistas que juntos o por separado, se regocijaron por todos los rincones de la patria como dueños de un imperio que amenazaba con perpetuarse tantos años como los Romanov, los zares de la vieja Rusia.

El pueblo sabio estaría satisfecho con tan solo cortar de tajo abusos y atropellos. Eso sería digno de festejarlo pero por las acciones y los discursos de los morenos se ahuyenta el optimismo.

El domingo primero de julio de 2018 ganó el juramento del “primero los pobres”. En realidad, justo un año después estamos descubriendo el haber sido una simple promesa con forma de propuesta de gobierno. Promesa política pues, como tantas y tantas que escuchamos en una campaña de intenso revoloteo de muchos candidatos.

Todos ofrecieron promesas y propuestas pero López Obrador ya los había aventajado a todos y al exponerlas con más ahínco, ya sellada otras pinzas y alianzas a contranatura, logró sumar votos que se le negaron en el 2006 y en el 2012 hasta computar los 30 millones de votos.

AMLO ganó el domingo 1 de julio y de inmediato y de facto arrancó su ejercicio de gobierno en razón que Enrique Peña Nieto declinó a su responsabilidad constitucional y le delegó el bastón de mando. El festejo conmemora pues 12 meses de gobierno, no de siete.

No hay que ser tan exigentes con López Obrador. Algo ha hecho y en la cuenta a su favor enumeremos la cancelación del aeropuerto de la capital del país en Texcoco y, aunque impugnado, empuja dobles pistas en el aeropuerto militar de Santa Lucia; vender aviones y autos de lujo, incluyendo la nave a presidencial; logró reducir sueldos a la elite de la burocracia, el suyo, de legisladores y magistrados; derogó la reforma educativa; desalojó Los Pinos y convirtió en centro cultural y hasta con cinito; ya reparte becas a estudiantes y mesadas a los ninis, y aumentó apoyos a viejitos. Ha, y que ya empezó la refinería Dos Bocas en su natal Tabasco y que pronto pitarán las máquinas del Tren Maya por toda la península yucateca.

El pueblo bueno y sabio, 30 millones de electores le compraron a AMLO la oferta de su cuarta transformación, un paquete de promesas y entre las destacables, fue el combate a la corrupción y el “primero los pobres”. Peor todavía no descubren la fórmula para revertir el pobre crecimiento económico que desparramaría la jauja particularmente en las zonas más pobres del territorio nacional.

Esta semana hablamos otra vez con los paisanos del sur de Nayarit. Y no, a buena parte de los damnificados por huracán Willa y las inundaciones que anegaron a decenas de poblados no les ha llegado en dos veces prometido apoyo de Don AMLO. “Pos ya no se habla de eso. Yo creo que el Obrador ya se olvidó de nosotros”, nos dijo un amigo de la infancia ya decepcionado del gobierno federal. La tragedia en el norte de Nayarit y que afectó a unos 180 mil personas se registró el 23 de octubre del año pasado y ocho meses después, solo una parte de los damnificados recibió apoyos. Ellos ven como una burla las dos veces que López Obrador visitó esa zona de Nayarit y les juró ayuda.

De diciembre a la fecha se impulsó el escandaloso ataque al huachicol que provocó una aguda crisis en el centro del país y causó el malestar de grandes ciudades. Hubo despidos de empleados en diversas secretarias y dependencias gubernamentales y tampoco estuvieron exentas del malestar. Se impuso una estricta política de austeridad que implicó la desaparición presupuestos que ha puesto en predicamento industrias como el turismo al desaparecer el Consejo de Promoción Turística. También se esfumaron recursos para estancias infantiles. Aquí en Puerto Vallarta cepillaron 650 millones de pesos prometidos para mejorar condiciones de vida en colonias populares.

En fin, se pellizcó dinero en todas áreas y todo para el caprichoso Tren Maya. Poco a poco, los notables de la 4T aceptan que se les fue la mano. Han puesto en riesgo hasta la salud de los mexicanos al controlar dinero para la compra de medicinas. Todo a nombre de la lucha anticorrupción.

No estamos convencidos si vale la pena la afirmación de estar ante un nuevo régimen que no es más de lo mismo. Puede ser cierto que desde la Presidencia de la República se abolió la corrupción o el nepotismo, pero hechos reales ocurridos en diversas dependencias morenas hacen dudar.

AMLO mismo ha mentido al pueblo y eso es otro de sus sagrados pecadillos. Decía en campaña que ese pueblo bueno y sabio iba a repartir abrazos y no balazos. Mintió porque con sangre se riega la tierra mexicana. Ofreció alto a los gasolinazos pero el litro ronda los 22 pesos. Todos los indicativos advierten que la economía anda mal pero el ejecutivo afirma que tiene otros datos y estos dicen que la economía crece no hay recesión, que hay desarrollo y más bienestar.

En el informe de su tumultuosa fiesta López Obrador dijo que ahorró 116 mil millones de pesos. Lo es a costa de ahorcar el gasto en las dependencias, de pellizcar gastos suntuosos, seguros médicos, despidos masivos, reducir becas a deportistas, y no producto de las medidas anticorrupción.

El triunfo de la izquierda, si vale esa consideración, por sí mismo es una valiosa aportación al país. Lo hecho, sin embargo es poco. Lo despreciable, y lo subrayamos a riesgo de causar enojos, es el discurso reiterativo de confrontar a los mexicanos y separarlos entre buenos y malos. Ese papel no le corresponde a un hombre de estado.

REVOLCADERO

Le pusimos un poco de atención al discurso ya al final y tomamos nota de algunos números dichos por Andrés Manuel López Obrador, particularmente de haber cumplido 78 de 100 compromisos propuestos hace 7 meses. Sin embargo, reconoció frente a sus seguidores que no está satisfecho de su trabajo, que los niveles de violencia siguen altos, que hace falta más crecimiento en la economía y atacar los problemas en materia de salud. Y ya casi al concluir su mensaje dijo lo que a sus seguidores les encanta: “me siento optimista que en este año arrancaré de raíz en este país al régimen corrupto y quedarán construidas las bases para la transformación política de México”. Naturalmente, eso le mereció aplausos a raudales sobre todo de quienes se metieron a los corralitos.****** Por cierto, ahí en “los corralitos” de las estructuras de metal estaban las pruebas de las mentirillas del régimen lópezobradorista, de un gobierno diferente a los otros. Desde el fin de semana trascendieron las “invitaciones” a funcionarios federales, funcionarios del gobierno de la Ciudad de México, de becarios, de ninis, de jornaleros asalariados por el gobierno, para asistir a la fiesta del aniversario. Por lo demás, ya se sabía que la cartera de “clientes” de este nuevo gobierno, se activa cada vez que es requerido manifestarse en actos públicos. En la pasada campaña extraordinaria en Puebla pillaron a los alquimistas morenos moviendo a beneficiarios de programas sociales para sacarles jugo electoral.****** Mas allá de hacernos bola con cifras y números, del mensaje político nos quedamos con la siguiente idea. Como en sus mejores tiempos el PRI, el régimen moreno trabaja en construir su propia red clientelar de leales y apasionados seguidores, potenciales electores todos. Las dictaduras perfectas, democráticas y no, se consolidan creando patrocinios de lealtad y a ello destinan los recursos públicos. López Obrador habló de cientos de miles, de su danza millonaria en becas, sueldos de jornaleros, de reforestadores y plantadores de árboles, son en realidad sus divisiones disponibles a enviarse a combatir a los odiados prianistas en futuras elecciones. Es un fino modo pero más refinado de las dádivas y despensas a los pobres en la era priista. Los programas sociales del gobierno tienen ese fin y se ocultan en frase como la de “primero los pobres” porque ese pueblo sabio y bueno, es ante todo, agradecido con sus benefactores y con regularidad a ellos le obedecen lealtad. ¿Cuál será el siguiente paso de AMLO? Ya ha dado muestras y avisos, de complacer a la elite económica, a la mafia de corruptos  millonarios, y para estos en su momento deberá haber privilegios.******* Vaya presentación de las tormentosas aguas que en Ixtapa hubo la noche del sábado. Los ventanales tronaron y por poco ceden a la fuerza de los viento. Se le pasó la mano a profe Fischer al invocar a los dioses del arcoíris. Los árboles envejecidos cayeron en corrales y calles de colonias como Los Tamarindos, Primero de Mayo, San Francisco, Jardines. Un gran árbol quedó a mitad de la carretera 544 ahí por Los Tamarindos. Por lo menos dos vehículos sufrieron daños. Varias viviendas perdieron su techo. Oportuno fue el trabajo del  equipo comandado por Adrián “el semáforo” Bobadilla. También visitó a las familias de damnificados el director de Desarrollo Social, Víctor Bernal y ofreció ayuda.