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Gerardo Sandoval Ortiz |

Los discursos de odio de la historia, un peligro para la vida democrática

 

CONTEXTOS

Gerardo Sandoval Ortiz

 

 

En enero de 1938, Ernst, el heredero del archiduque Franz Ferdinand hacía una visita informal a Viena y con su paraguas destruyó imágenes de Hitler y de una esvástica en el aparador de la oficina de turismo alemana. Por esos tiempos, el turismo paliaba la arruinada economía de lo que fue poderoso imperio Austria-húngaro derrotado en la Primera Guerra Mundial y Adolf Hitler había tomado el poder en Alemania.

Un mes después, en febrero, Hitler llamó al canciller de Austria al infame Nido del Águila, en las montañas colindantes de ambos países y le soltó una amenazante perorata que se prolongó por diez horas: “Yo, un austriaco de nacimiento he sido enviado por la Providencia para crear un gran estado Alemán ¡Y tú te interpones en mi camino! ¡Te aplastaré! Toda la historia de Austria no es más que un acto ininterrumpido de alta traición (…) He logrado todo lo que me he propuesto, y por tanto seré el mejor alemán de la historia”.

En los siguientes meses, el futuro führer Adolf Hitler y sus odios, seguido por una camarilla de políticos y generales nazis invadieron países vecinos y desataron la Segunda Guerra Mundial. Nadie se pone de acuerdo en las cifras mortales que arrojó la conflagración, pero los números más conservadores indican que murieron entre 50 y 60 millones de personas, civiles y militares. Otros cálculos se elevan hasta 100 millones de personas.

La historia universal nos dice que la segunda Guerra Mundial tiene como punto de inicio el atentado contra el que archiduque Franz Ferdinand, futuro heredero del emperador del imperio Austria-Hungría, Franz Joseph. El heredero del linaje Habsburgo (por cierto, nuestro cuasi mexicano Emperador Maximiliano descendía de la misma sangre) y su esposa, fueron atacados por revolucionarios en un viaje realizado en junio de 1914 a Sarajevo, unos pocos años después de que la región Bosnia-Herzegovina había sido anexado al imperio austrohúngaro.

La convulsionada región que luego constituyeron un grupo de estadios federalizados llamado Yugoslavia, nación hecho añicos a principios de los 90, es tierra de diversos grupos étnicos que por cientos de años han vivido asolados por imperios vecinos. En junio festejan una guerra que los liberó del imperio otomano y la visita del archiduque tocó fibras independistas de grupos nacionalistas.

Por esos tiempos Hitler ya había abandonado su natal Linz, pasado por la multirracial Viena donde vivió en la miseria. En la capital del imperio de los Habsburgo, vivió en una casa de asistencia social después de haber sido rechazado dos veces de una escuela de música letras. En la misma época perdió a su madre y de sus penurias le surgió el odio a la familia imperial. Al archiduque le reprochaba haberse matrimoniado con una descendiente de una familia

Hitler admiraba la cosmopolita Viena, capital de la cultura, casa y refugio de escritores, compositores de música clásica y políticos como Joseph Stalin, Joseph Tito y León Trotsky o científicos vanguardistas como el psicólogo Sigmund Freud. En esos primeros años del siglo XX la Viena de los Habsburgo despertaba admiración de las familias reales europeas, casi todas emparentadas con la monarquía anfitriona. La ira del futuro führer alemán se desató cuando el futuro soberano del imperio donde nació contrajo matrimonio con la condesa de Hohenberg, Sophía Chotek, de una familia Checa

Hitler, apenas rebasaba los 20 años, pero ya su instinto antisemita había despertado. “Ahí está tu Viena alemana”, solía expresar por la presencia de checos, húngaros, croatas, polacos, italianos, eslovacos, ucranianos. Austria era una extensión alemana y debía limpiarse de basura como los judíos, pregonaba. Una guerra limpiará la sangre de la raza aria y se impondrá la supremacía de Alemania, auguraba.

La historia oficial poco dice que el origen de las dos guerras mundiales germinó en el odio racial que tanto daño ha hecho a las naciones y que el peor ejemplo ha sido Hitler.

Lo reprobable es que tiranos de su tamaño han avisaron de sus pretensiones de imponerse a otros pueblos, apelando a representar una raza superior para dominar a las naciones, países, al mundo.

En el libro “Mi lucha”, escrito en la prisión después de ser encarcelado por una sublevación política, Hitler revelaba sus planes: “La Austria germana debe volver a Alemana su patria madre, y no por consideraciones políticas. No, de ningún modo pues aun en el caso de que esta fusión, considerada económicamente, fuera indiferente o resultara perjudicial, debería efectuarse. Pueblos de la misma sangre se corresponde a un mismo Reich, a una patria común… el pan de cada día de las generaciones futuras crecerá con las lágrimas de guerra”.

“Mein Kampf” en alemán, dos libros escritos entre 1925 y 1926, es considerado el manifiesto de la ideología ultranacionalista y los planes que impulsaría el káiser al tomar el poder. Muchos alemanes compraron el libro pero pocos lo leyeron y a ciegas apoyaron al tirano y a su despreciables pandilla.

Como en el progresista imperio de los Habsburgo, pero 100 años después de que políticos conservadores mexicanos buscaron en Europa y ofrecieron el imperio mexicano a Maximiliano, el mundo de hoy se distingue por ser multirracial y mantener la buena armonía depende de la capacidad de su gobernante. Las naciones usualmente son soberanas e independientes para elegir el sistema de gobierno con plena democracia. Aun hoy sobre vive en países la monarquía constitucional sin menosprecio a la elección a través del voto universal de su gobierno.

Sin embargo, los pueblos mantienen permanente lucha contra la menor tentación que amenaza la democracia. Los dictadores, de uno u otro modo acechan para imponerse a sus propios pueblos. El comunismo fracasó cuando los pueblos, sumidos en la pobreza y ansiosos de libertades, se rebelaron. Algo así ocurrió en la tierra de los zares. (Por cierto, Nicolás, el último zar, estaba emparentado con los Habsburgo). El pueblo de Cuba y Venezuela sueña con salir del caduco sistema de los Castro que gobierna desde el 1 de enero de 1959 cuando derrocaron al dictador Fulgencio Batista.

Lo de hoy, es una aportación de historia universal, tema a propósito de las luchas éticas y raciales que se levantan por muchos rincones de la tierra. Como en las guerras mundiales, en buen a medida están inmersos gobiernos acicalados por obtusas ideologías, los fuertes con ganas de imponerse a los débiles. La por la supremacía se mantiene vigente.

Ojalá que se despierta el apetito a leer, leer bien los discursos de nuestros gobernantes, muchos que con careta intentan esconder sus malignas pretensiones para perpetuarse en el poder y dominar a un país, al mundo.

Es deber de todos cuidar el respeto a las leyes, cualquier norma. Habrá que ser celoso de buscar el mensaje oculto del discurso político.

Esta semana, Andrés Manuel López Obrador, en su escaramuza que trae con Ricardo Monreal, invocó la máxima quijotesca, la que a la letra dice “cuando el derecho y la justicia se contraponen, debe prevalecer la justicia.

Es cierto, el gobernante debe ser justo pero se equivoca al erigirse en juez y hacer justicia según su criterio. En la búsqueda de justicia propia, comete un abuso, pisotea el estado de derecho y en consecuencia, acaba por cometer una injusticia. Primero, debería intentar reformar leyes aun cuando le implique persuadir y convencer a quienes piensan diferente. Tanta insistencia en oponerse y avasallar a los adversarios anima a pensar que la motivación no es el pueblo, sino aplastar a quienes no piensan igual.

Revolcadero

 

Esta semana, se informó que la fiscalía de la Ciudad de México solicitó imputar al chofer del metro por un choque ocurrido en los primeros días de enero. El Sistema de Transporte Colectivo reclame le pague el chofer poco más de 260 millones de pesos culpándolo totalmente del accidente que las autoridades capitalinas tacharon primero “atípicos” y “fuera de lo normal”. El gobierno de la presidencial Claudia Sheinbaum, también San Santo Amlo desde sus mañaneras, han intentado responsabilizar a los trabajadores del metro e injustamente encarcelaron a una señora, bajo dizque de atentado de un acto de terrorismo. No hay un solo empleado detenido. Luego dijeron haber sabotaje. En estos últimos días, salieron con la teoría de la delincuencia organizada. Ahora quieren enjuiciar al chofer de la máquina, quien a duras penas puede hablar y desde el hospital se declaró “yo también soy víctima”. ¿Podemos creer la versión de que el chofer chocó el tren a riesgo de morir y quedar lisiado? Es tal como aceptar la teoría del autoatentado, el que Amlo dijo haber en la agresión al periodista Ciro Gómez Leyva. Es más sensato y razonable entender que el gobierno de la 4t no acepte su responsabilidad y solamente maniobra para proteger a la Sheinbaum, la corcholata preferida de López Obrador. Es la incondicional que garantiza sumisión total al gran líder y continuidad a polémicos proyectos. Dudamos que se imparta justicia encarcelando al chofer del metro. Para empezar, aun sentenciado, pagará esos 260 millones de pesos que le cobra el gobierno de Morena.*****El periodista Raymundo Riva Palacio escribió del tema: “Los incidentes en el Metro de la Ciudad de México siguen ocurriendo y la narrativa del Gobierno capitalino sigue justificándolos. La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, insiste que son eventos atípicos producto de sabotajes. El director del Metro, Guillermo Calderón, precisa que son obras del crimen organizado. Son muy temerarios, porque por un lado tienen que probar el sabotaje y acusar penalmente a quien resulte responsable. Y por el otro, las tragedias en el Metro por actos de sabotaje no están contempladas en el seguro contratado para ese transporte público, por lo que todos los costos que las reparaciones conlleven tendrán que ser pagados por los contribuyentes”. Al entrar en detalles, sostiene que la cobertura del seguro del metro no incluye actos de sabotaje o terrorismo. Ese descuido se lo achaca a la Sheinbaum aunque el seguro lo contrató el gobierno federal. El seguro del metro cubre incendios, terremotos y “otros riesgos catastrófico”, responsabilidad civil y riesgos profesionales que junto a daños a terceros, hacen la suma de una prima total por 504 millones de pesos. Al acusar sabotaje o terrorismo, renuncian a la posibilidad de no cobrar seguro. Eso es despilfarrar el dinero del pueblo, tirarlo a la basura para cuidar la imagen personal de los reales responsables.****** En Coahuila, la familia de los mineros muertos en la mina El Pinabete siguen esperando que el gobierno cumpla rescatando los cuerpos atrapados. Son diez familias de luto. Ya transcurrieron seis meses y nada. Además, está por cumplirse siete meses de la muerte de dos sacerdotes y un guía de turismo en la sierra Tarahumara, en Chihuahua. El gobierno estatal, sobre todo el gobierno federal juraron que harían justicia, que iban a detener a los responsables, a un tal “chueco”. Por ahí agarraron a dos que tres pistoleros, pero del principal señalado solo hay silencio. El pueblo demanda justicia, pero no lo escuchan en el Palacio Nacional. Para el pueblo la justicia es a cuentagotas, si es que hay.


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