CONTEXTOS
Después de las elecciones y el triunfo de Luis Munguía Varias, varios de nuestros lectores nos plantean una serie de preguntas y la más reiterativa es las dudas de si podemos confiar o desconfiar en el presidente electo.
Si nos echamos un clavado para revisar el sello personal que cada alcalde le imprimió a su administración hallamos una preocupante coincidencia: Todos, en general todos, han impuesto como regla un mando único, unipersonal y/o unifamiliar y ahí, nomás sus chicharrones truenan.
El talón de Aquiles de los presidentes municipales se agudiza al caer tentados por su proclividad a imponerse a todos, por avasallar a unos, a veces por aplastar a sus subordinados. No aceptan que el sistema que rige a un gobierno plural, (los regidores plurinominales son la prueba) obliga en ciertos modos a cogobernar, lo que de ninguna forma deberá entenderse imponer la política de las concertacesiones. Una de las condicionantes siempre será construir acuerdos que garanticen la gobernabilidad de la ciudad.
El destino de la actual administración, la del profe Luis Alberto Michel Rodríguez tomó forma meses antes de que tomara protesta como alcalde. Desde la oficina principal se desdeñó a la oposición y de aisló a varios regidores de la fracción gobernante. Al final, el resultad fue desastroso. Michel perdió todo control sobre los regidores de su partido y cuando Francisco José Martínez Gil lo relevó en calidad de interino, halló que de diez regidores de su partido, incluyéndolo a él, solo tres guardaban una dudosa lealtad a Morena.
Con la asesoría del zacatecano, Salvador Llamas Urbina, desde el primer día, se cumplió a cabalidad la instrucción de arrinconar a la segunda regidora Carla Verenice Esparza Quintero. A la dama jamás le perdonaron, reclamar derecho a la candidatura sustituta que por cuatro semanas ostentó.
Pero no solo fue la regidora Carla Esparza. En muchos momentos, se le lanzaron envenenados dardos a la maestra María Elena Curiel Preciado, quien inclusive recurrió o a la justicia en defensa de su honorabilidad. El regidor chato” José Rodríguez González, se movía a sus anchas y presumía que sus estrechas relaciones políticas con los Michel le alcanzaban para tener un batallón “personal” en la nómina que se le cuadraban a él y no a Michel. Pero no se cumplía ni el primer año cuando esa relación tronó y el quiebre lo acercó a Munguía. Ese fue el mismo destino de Carla Esparza, además de los regidores “chemistas”, Christian Eduardo Alonso Robles y Claudia Alejandra Íñiguez Rivera. El síndico Juan Carlos Hernández Salazar también traicionó al partido que lo cobijó, o más bien, le dio la espalda a quienes lo invitaron a sumarse al proyecto de Luis Michel.
El partido que se alce con el triunfo en la elección local se adjudica diez de 16 regidores, lo cual raya la mayoría calificada de dos tercios. Nunca ha sido un problema sumar uno de seis votos de oposición al partido gobernante. Inclusive, abundan casos en donde un regidor brinda a la fracción mayoritaria. Están los ejemplos de Juan José “el peri” Cuevas García y su compañero de aventura, Gonzalo Guzmán Delgado (2015-2018) o antes, el regidor priista Adrián “el archi” Méndez. Otro panista, Jesús Anaya Vizcaíno, que presumía ser de inmaculada y adoctrinada sangre azul, solía votar a favor las más escandalosas iniciativas de Ramón Guerrero Martínez en el trienio 2012-2015.
Cuando Fernando González Corona, el primero de tres alcaldes panistas, llegó a la alcaldía, no esperó mucho tiempo y encarceló a Rafael Yerena Zambrano, el alcalde interino que le traspasó el poder municipal. Con el paso de los años se arrepentiría. Antes de dar su manotazo pidió algunas opiniones y recogió dos sugerencias donde s ele advertía que el golpe tendría efectos bumerang. El costo y consecuencia fue lidear cada “miércoles ciudadano” con las ruidosas protestas de las fuerzas leales al jerarca cetemista. Dos décadas después, González Corona desfilaba tomado de la mano de Yerena por malecón en defensa del alcalde priista, Salvador González Reséndiz. Pero, cuando pudo, por hacer de las suyas, desoyó todo tipo de advertencias.
David Cuevas García, creyó a ciegas de sus asesores a tal grado que del PAN saltó al PRD solo para hacer el ridículo. Su grado actual es ser apenas un soldado de González Corona. Con el tercer alcalde panista Pedro Ruiz Higuera nada se podía hacer. Antes de fallecer en un tráfico accidente carretero, su secretario general, Víctor López Terrazas solía platicar en tono anecdótico su queja de que Pedrito nomás no se dejaba ayudar y le daba por actuar con torpezas todos los días.
Ya en la era naranja, “el mochilas” gustaba aterrorizar a sus subordinados. No consentía órdenes si antes no pasaban por su despacho. A sus directores, los “gobernó” a sombrerazos y garrotazos y siempre mantuvo a raya a su equipo del más alto nivel y así le fue a quien se le indisciplinó.
El team “monitas” de Arturo Dávalos Peña no fue distinto, aunque la línea de mando fue horizontal, su grupo de iluminados se condujo siempre cerrado, inalcanzables para muchos. Se abría los espacios quienes admitían la disciplina como regla madre y quienes se rebelaron, era enviado al congelador. Ejemplos abundan; por ahí anda “el winnie pooh” Benigno Lara, Ariadne Meza Montejano o el propio Luis Munguía, Víctor Bernal y muchos de conversos al verde.
Desde el primer día de octubre experimentaremos un gobierno de color verde y las expectativas de un alcalde patasalada son de tanto optimismo como cuando ganó la alcaldía el priista Gustavo González Villaseñor. El Gus, a los primeros que defraudó fue a un grupo de empresarios cuando aprobó el cambio de uso de suelo en la desembocadura del río Pitillal y autorizar torres de acero que parecen ir a besar el solo y la luna. Ecologistas y vecinos de los parques Hidalgo, Lázaro Cárdenas y plaza de El Pitillal, también se decepcionaron de su presidente, que cuando lo buscaron en su oficina para decirle su rechazo a los estacionamientos subterráneos, les dio un portazo en la cara. El líder de los locutores, al final de su sexenio entendió que debía escuchar para un final terso. Chicó hasta con su sucesor, Javier Bravo.
Quienes ven en la figura de Munguía un desmañanado galán de telenovelas, apuestan más bien al equipo de gobierno que designe. Si tiene acuerdos con un sector de empresarios, los que dan por cierto, asumen que ofrecerá resultados satisfactorios en la medida que expida nombramientos de personal capacitado, de menos medianamente con experiencia en la administración pública.
Luego surge una pregunta constante con tendencia a explorar perfiles con posibilidades de estar en una posición de toma de decisiones. Los optimistas conjeturan que en la medida de acertar en la designación del equipo estará la diferencia entre el fracaso y el éxito de los “munguis, munguis”.
Revolcadero
El fin de semana, Luis Munguía informó por el canal oficial de los boletines informativos que Andrés González Palomera, Lucia Michel, Víctor Bernal, Sarahy Hernández, Jorge Durán, Jazmín Cámara, Roberto González y mi paisano Luis Fuentes encabezan su equipo de transición cuya responsabilidad es la entrega-recepción. Luis Fuentes es uno de los asesores del equipo del malogrado regidor con licencia, Francisco Sánchez Gaeta, hallado sin vida en las inmediaciones de Mascota a media campaña electoral. Munguía, en ese comunicado dio algo de luz sobre las futuros nombramientos; “(…) a partir del acercamiento con el actual Gobierno se decidirá quienes estará al frente de cada una de ellas”. En lo personal, no nos sorprendió que no apareció en ese equipo el amigo Rodrigo Pérez Hernández, una de las piezas fundamentales en la campaña de Munguía. Entre el equipo verde se habla mucho de un estratega venezolano pero hasta ahí. Al frente de la comunicación social ya palomearon a una damita profesional de la comunicación. ******** Sin hacer tanto ruido, hay un nombre que se perfila discretamente y está listo para tomar altas responsabilidades. Se trata de Jorge Durán Topete, una propuesta y apuesta en la mesa y casi nadie lo objeta y se le reconoce su amplia experiencia en el servicio público a novel estatal y municipal. Por algún tiempo se desempeñó como director de Desarrollo Social y también de Obras Públicas Municipales en el gobierno de Arturo Dávalos Peña. Más atrás despachó en la oficina de la alcaldía, con Salvador González Reséndiz y por un breve periodo se afincó en la capital del estado en el gobierno de Aristóteles Sandoval. En los días de campaña, Jorge Durán le manejó la agenda a Munguía y hay quienes lo ubican como el futuro secretario particular del “munguis munguis”.******Nos preguntan mucho sobre Andrés González Palomera. Supimos que él había expresado sus deseos de hacerse a un lado y agradecer cualquier invitación y que no participará en la administración de Luis Munguía. Nosotros acá no creemos esa versión. Aceptar ser parte del equipo de transición contradice el rumor. Andrés, pieza formada hecha y derecha en el priismo patasalada, buscó por años ser candidato a la alcaldía y cuando finalmente lo logró, desgraciadamente ya habían pasado su mejor tiempo. Compitió en el 2015 pero fue vencido por Arturo Dávalos. Como atrás de él lo sigue su barriada, estos lo están empujando para “que de menos acepte el Seapal”. El entrecomillado es aportación de unos de sus amigos.