CONTEXTOS
Gerardo Sandoval Ortiz
En aquel caserío del norte de Nayarit, una mañana se presentó a la casa un grupo de personas que decían ir a nombre de “la primera de la del estado”. Tenía el nombre de Leticia y apuraban los arreglos para llevarla a Tepic y capacitarla a fin de ser la enfermera da “la clínica” que brindaría atención médica a una media docena de rancherías.
En “La Casa de Campesino” se alojaron jovencitas que apenas rebasaban los 18 años. Ahí mismo se les impartieron cursos básicos por dos o tres meses. La primera enfermera de la clínica que está por cumplir medio siglo de vida, recuerda hoy que por las tardes eran trasladadas al Hospital General, frente al parque La Loma, a realizar sus prácticas. Y ya regreso a su comunidad y ejido, Celedonio Herrera prestó el edificio de un viejo cine y se habilitó como clínica. Con la participación de la comunidad, en cuestión de días pocas semanas se construyó la clínica IMSS-Coplamar.
Aquella unidad médica rural, cuya licencia vigente 18016090652 otorga atención médica a las familias de la costa norte de Nayarit sin distingos y suministra atención medicamentos controlados, funciona sin sobresaltos, brinda atención médica sin las perturbaciones propias de los cambios de gobierno. Ahora que el IMSS tomó la responsabilidad de los hospitales públicos a cargo del estado, atención médica, medicinas y personal humano, se nos vino en mente el ejemplar nacimiento de aquel IMSS-Coplamar, que luego -no todas- devinieron en IMSS-Solidaridad.
A partir de mes de abril, el gobierno federal implementó en esta entidad su modelo integral de salud, consecuencia del desastroso experimento con la creación del Instituto de Salud para el Bienestar, el Insabi, del gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Desde el fin de semana llegaron 125 médicos residentes distribuidos en la red de hospitales a cargos del gobierno del estado.
La peor falla de los servicios médicos en Nayarit, como en todos los estados del país, se recrudeció cuando empezaron a faltar las medicinas. Además, el gobierno dejó de construir hospitales mientras la población aumentaba. Los viejos hospitales ofrecían deprimentes imágenes, siempre saturadas de pacientes y sus familiares, y raras veces sus farmacias bien surtidas. El Hospital General de Tepic, es ejemplo de lo peor. El experimento ahí empieza.
Sin embargo, la red de hospitales comunitarios construida en el último lustro de la dé cada de los 70 permanece intacta. Cada año, ocurre el relevo un pasante de medicina y asume la responsabilidad plena. El gobierno federal cumplía su parte, proveer la medicina, médico y garantizar la operación, el IMSS administrar y contabilizar fondos y gastos y la comunidad, apoyando las tareas de promoción y fomento de la salud. De lo último, ha asid relevante la coordinación inicial del Coplamar.
Regresamos a los últimos días del gobierno de Luis Echeverría Álvarez y los primeros de José López Portillo. Las clínicas rurales del IMSS-Coplamar nacieron en esa época. Al frente del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados, el Coplamar, estaba Ignacio Ovalle Fernández, antiguo secretario particular de Echeverría Álvarez. En la campaña presidencial de López Portillo, Ovalle ideó el programa que moldeó desde el Instituto Nacional Indigenista en el primer año del gobierno de Jolopo.
En Nayarit, ahí por 1995 el coronel Rogelio Flores Curiel se apodero del gobierno estatal en un proceso electoral documentado como el primer gran fraude electoral en el país. El militar, que había sido jefe de la policía en el Distrito Federal cuando la matanza del Jueves de Corpus y dimitió por lo mismo, se propuso redimirse y antes que nadie, tomó por él la iniciativa que Ovalle empujaba desde la capital, del país. Entre 1976 y los primeros meses de 1978, nacieron en pequeñas comunidades a lo largo del territorio cora centros de salud. Se habilitó cualesquier cuartito, donde se instaló una enfermera comunitaria y cada semana iba un médico a ofrecer consultas.
Para mayo de 1979, cuando Ignacio Ovalle y su Coplamar firmaron el documento del cual surgió el Programa IMSS-Coplamar y sus clínicas rurales, Leticia, aquella enfermera del caserío a orillas del río de Las Cañas, ya vivía en California. Nos acordamos de aquel duro inicio cuando a principios del gobierno actual, se difundió un video de la última enfermera jubilada. La entrevistada hacia su relato entre el llanto.
El modelo IMSS-Coplamar ha sido exitoso desde su origen y a ese tren se trepa ahora el régimen de la 4t. El modelo se concibió para construir un andamiaje de servicios de solidaridad social en las áreas marginadas del país. Desde siempre ha sido un modelo de solidaridad y cooperación de los lugareños con entidades de gobierno, en el caso de Nayarit, en sus orígenes, con la presidenta estatal del DIF, América Manríquez de Flores Curiel.
Como beneficiario de dichos servicios, podemos confirmar de los extraordinarios servicios gratuitos, consulta médica, medicina, curaciones. El programa incluye educación en general, en planificación familiar, atención materno infantil, enfermedades transmisibles, inmunizaciones y vacunas.
En 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari hubo una descentralización que de alguna forma afectó el modelo. Hoy, López Obrador admite de cierto modo el fracaso del Insabi y consecuencia de ello, asesta otro manotazo a los servicios de salud. Que es deficiente la atención, sin duda que hay mucho por mejorar. Sin embargo los hospitales comunitarios se mantienen como la única opción de acceder a la salud en las comunidades rurales de Nayarit.
El paisano que estaba inscrito al desaparecido Seguro Popular, no beneficiario al ISSSTE ni al IMSS, podía acercarse a las clínicas rurales. Hoy se le ofrece atención universal pero le asusta cumplir los requisitos que deberá cumplir recurriendo a la tecnología. Acude al hospital y lo primero en darse cuenta es su imposibilidad de cumplir los requisitos. “Vaya a un cyber”, recomiendan. El personal parece desconocer que muchos paisanos viven hoy en día sin saber leer ni escribir. El uso de una computadora, comprar esa cosa, no está a su alcance.
El gobierno de Amlo fracasó con el Insabi al desaparecer el seguro popular. Ojalá que no hile otro nuevo fracaso en materia de salud. Ello, motivaría hasta sospechas de que en realidad, no son primeros los pobres, sino condenar a ellos de tal modo a obligarlos a pagar servicios privados.
Revolcadero
Vaya, vaya. Ahora entendemos el malestar de profesionistas vallartenses, urbanistas locales y destacados académicos de la comunidad universitaria por el desprecio que a ellos hace el gobierno municipal y su presidente, Luis Alberto Michel Rodríguez. Apareció en público, y con doble máscara, como secretario técnico del Consejo de Participación y Planeación para el Desarrollo Municipal, el Coplademun y como asesor, Luis Cuauhtémoc Palestina Flores, uno de los principales protagonistas de lo que en Zacatecas se le llamó “la estafa legislativa”. El caso cobró notoriedad en aquella entidad de los Monreal, fue noticia nacional, e irritó a los zacatecanos. De ello detallamos en una colaboración publicada el 5 de enero. Escribimos, “el modus operandi fue sencillo: cada diputado podía elegir y contratar determinados servicios por ciertas cantidades que regularmente rondaba entre millón y medio de pesos, aunque uno o dos diputados rebasaron los dos millones de pesos de enero a septiembre. La empresa contratada para un servicio inexistente lo raramente justificado se quedaba con el 10 por ciento del total de la facturas cobrada y regresaba al legislador el resto. Con facturas de empresas, muchas de ellas fantasmas, se simulación operaciones que costaron al pueblo de Zacatecas algo más de 200 millones de pesos”. El asesor del gobierno de Michel llegó a Zacatecas para asesorar a un legislador del PRD, que como otros del PRI y de Morena, alegremente se embolsaron millones simulando pagos por servicios no comprobados. En la historia de “la estafa legislativa”, el señor Palestina Flores fue un actor estelar. Ya se evaluará los resultados del trabajo que le quita a los profesionistas patasaladas y universitarios. Uno de estos nos dije: ¿No que el profe iba a privilegiar a los vallartenses, empresas y mano de obra local?****** Por cierto, el gobernador de Nayarit Miguel Ángel Quintero Navarro anda con todo. El último día de marzo ordenó publicar en el Periódico Oficial de su gobierno su acuerdo, decreto y orden de retirarle la notaria 13 al viejo fedetario, José Luis Béjar Fonseca, y a su hijo José Luis Béjar Rivera la notaria suplente de la misma demarcación capitalina. Béjar padre es el más célebre de los notarios de Nayarit, amigo de empresarios, pero sobre todo de la vieja clase política gobernante que por muchos años lo hacía intocable de la justicia. Navarro Quintero era su amigo. La base de la decisión se decreta por violentar la sagrada regla de los fedetarios públicos, la de “por falta grave de probidad, o notorias deficiencias o vicios debidamente comprobados en el ejercicio de sus funciones”. Y “por permitir la suplantación de su persona, firma o sello”.******* Ha. Este martes 5 de abril vino el coordinador estatal del Movimiento Ciudadano, Manuel Romo Parra vino y abrió fuego contra el gobierno de la 4t, contra el presidente Luis Michel y de pasadita contra su asesor y coordinador de gabinete y director del Seapal, el zacatecano Salvador Llamas Urbina. En su evaluación, soltó calificaciones reprobatorias. De menos les urgió a los michelboys que pasado seis meses, ya es hora de que se pongan a trabajar. En su rueda de prensa, con la regidora del mc Guadalupe Guerrero Carvajal a su lado y la ausencia de los otros dos regidores naranjas, Romo dio que este gobierno navega desorientado y sin ruta; criticó la desorganización pues “ya ni se sabe quién gobierna”. No nos quedó claro si se refería a que gobierna el Chuyito o el Llamas, o los dos, cada quien con su cuota, pero no “el profe de los dieces”. A quien sea que gobierne, le dejó el emplazamiento público a ponerle ya fin al opaco gobierno.