CONTEXTOS
A finales del año 2015, hace poco más de cuatro años, un familiar de José Gómez Pérez y uno de sus guardaespaldas golpearon y amenazaron al reportero José Manuel Cervantes. Además, le destruyeron el equipo de trabajo. Todo quedó en una disculpa y la respectiva indemnización por el daño ocasionado.
En la agitada campaña electoral de 2017, un activista y promotor de Héctor Santana, candidato del PRI a la alcaldía, fue arrinconado por otro de los gorilas encargado de la custodia personal de Gómez Pérez. Le reclamaron haber traicionado al patrón al irse con Santana y dar la espalda al todavía alcalde de Bahía de Banderas.
Dentro de lo que cabe, al reportero le dieron “buen trato”. Pero a “el chango” no le fue igual. Lo “levantaron” y le dieron una golpiza y luego se reportó su fallecimiento.
Se identificó en su momento al policía golpeador comisionado a la custodia de Gómez como Kenny Rincón y a dos individuos cómplices que cometieron su fechoría y cinco meses después salieron libres. En constancias judiciales, por lo menos uno de ellos confesó que su jefe había instruido darle un escarmiento al promotor de Santana y que se les había pasado la mano. Vivió para contarle al candidato del PRI Héctor Santana y éste lo acompañó al Ministerio Público a denunciar la agresión.
De aquella denuncia, le llegó el encarcelamiento a José Gómez La denuncia se congeló largo tiempo por razones política. El PRI perdió la elección en Bahía de Banderas y en todo Nayarit y Santana “el honesto” no pudo ser presidente municipal. El imperio forjado por Roberto Sandoval Castañeda y su fiscal Edgar Veytia, padrinos políticos de Santana, se derrumbó y de ese modo Gómez pudo respirar tranquilo.
José Gómez se confrontó con Santana por la disputa de la candidatura. Intentó reelegirse por el PRI y por el PVEM sin lograrlo ya resignado, desde la presidencia municipal se alió y apostó con un antiguo enemigo, el médico Jaime Cuevas Tello, impulsado y apoyado por otro formidable enemigo político, el contador, Héctor Paniagua Salazar.
A Gómez lo conocimos hace ya unos 15 años en un restaurante de Fluvial Vallarta. Dedicaba parte de tu tiempo a cultivar sus relaciones con la clase política vallartense y gustaba confesar su aspiración de ser un día alcalde de Bahía de Banderas. Algo tenía que todo él desprendía desconfianza. En esos días todavía tenía pelo.
Una madrugada del pasado septiembre, lo vimos la última vez atender sonriente a clientes de su antro nocturno Tangamandapio por ahí en el corredor urbano San José del Valle-El Porvenir-San Vicente. Al mediodía de este viernes 8 recibimos su fotografía, sin duda la más reciente, con su clásica camisa azul a cuadros y los ojos cubiertos con una franja oscura. Es la fotografía difundida por la Fiscalía General de Nayarit confirmando su aprehensión.
José Gómez Pérez, “el cheché” para los amigos encarna una historia que explica los tiempos álgidos que se viven al otro lado del río Ameca. Desde su fundación hace ya 30 años, Bahía de Banderas ha sido gobernado por la misma clase política, priistas todos aunque algunos revestidos de azul. Jaime Cuevas Tello fue la primera vez alcalde por el Partido Revolucionario Institucional y hoy lo es por una alianza del PAN con el PRD, PT y PRS. Su tutor, Héctor Paniagua ha sido dos veces alcalde por el tricolor y en una tercera intentona, se postuló y compitió por el PAN y fue vencido precisamente por Gómez en la elección de julio de 2014. Paniagua buscó el año pasado ser diputado federal por el PAN y una alianza.
En Bahía de Banderas la clase política se fracturó hace ya varios años pero hasta hoy hace crisis. Hubo una vez un alcalde, Carlos Valdés Rivera obligado a separarse del cargo y perseguido por la justicia huyó a Estados Unidos. 25 años después, cae a la cárcel un ex alcalde.
A José Gómez lo traicionó su memoria. Olvidó los muchos muertos acumulados en su propio closet en la última década, particularmente en el periodo 2014-2017 cuando despachó al frente de la administración municipal.
Ensoberbecido de poder, como su antecesor y cuñado Rafael Cervantes, Gómez se enriqueció a más no poder. Posee un rancho de unas 15 hectáreas ahí en las inmediaciones de El Porvenir que equipó con modernas instalaciones y compró ganado de registro Brangus negro y rojo. Tiene corrales de manejo, engorda, silos, casa, bodega. En la “colonia de paracaidistas, ahí en El Porvenir, construyó un gimnasio.
La inversión en el antro de diversión “Tangamandapio” no es menor. Se gastó una fortuna en hacer realidad su viejo sueño de tener su propia cantina con el mejor en equipo y luces. Es ahí en donde se divertía los fines de semana.
Presumía tener asegurado su futuro y vivir de sus rentas de locales comerciales en una construcción de grandes dimensiones den el fraccionamiento Santa Fe, con frente a la carretera rumbo a San Juan de Abajo. Entre sus amigos se platica que tiene otras propiedades.
Viniendo de un nativo de Michoacán que se avecindó en Bahía de Banderas procurándose no será fácil creerle que su patrimonio es producto de una vida de trabajo, ahorros y sacrificios. En su caso no aplica la clásica de haber heredado una fortuna de sus padres y abuelos o de la tía millonaria.
Más bien, es víctima de su envilecimiento. Lo atrapó el virus de la soberbia, de la arrogancia, el que enferma, transforma y destruye a las personas. No en vano fue “el alcalde de la transformación”. El poder lo transformó y aunque no tardará en salir libre, como a muchos miles que llevó a la cárcel desde su gobierno, ya tiene su propia foto con pose del más infame de los bandidos de barriada.
Bahía de Banderas es el más próspero de los municipios de la entidad cora y su riqueza es tan vasta que ha soportado auténticos saqueos desde su corta vida. El municipio se fundó en diciembre de 1989 y está a un mes de cumplir 30 años. José Gómez y su cuñado Rafael Cervantes literalmente tienen en la quiebra financiera al municipio. “La presidencia de cartón” es mudo testigo del daño a sus finanzas y ahora mismo tiene en jaque al actual alcalde Jaime Cuevas. Ahí se esconde el motivo que lo llevó a la cárcel.
Un último apunte. Más allá de pretender prejuzgar a Gómez, estamos obligados a una precisión. Estamos ante un político caído en desgracia que devinieron al cabo de sus errores decisiones políticas.
Sí, por horas, uno o varios días, José Gómez es un preso político. La impunidad política le alcanzó para vivir cuatro años, blindaje perdido al sangrar la teta con su colmillo y hacer perder la paciencia a quienes controlan el aparato de justicia. Atacó en modo abusivo a la nomenclatura, se ordenó desempolvar sus expedientes negros y le activaron una denuncia de alcances políticos y judiciales.
Revolcadero
No pudimos confirmar si a José Gómez Pérez lo vincularon a proceso la misma tarde de este viernes. Sospechamos que se ha cumplido el objetivo, el de darle su quemadita al ex alcalde y que todos los habitantes de Bahía de Banderas y de la entidad, conozcan su ínfima estatura. El rumor había corrido la tarde y noche del jueves y por la mañana ya del viernes, todos platicaban del asunto pero siempre a manera de rumor y chisme. A las 12:27 horas la Fiscalía General del Estado lo confirmó a través de las redes sociales. En los siguientes minutos, los grandes medios de comunicación del país retomaron la noticia. A esos niveles consideramos estaba el propósito del arresto del ex alcalde del vecino municipio. De última hora nos informaron que ayer no alcanzó su liberación peor cabe la posibilidad legal de estará de regreso en los siguientes días, semanas o meses y lo veremos repartir abrazos y enseñar el diente a sus clientes del “Tangamandapio”. Y si tiene mucha suerte, logrará otra candidatura, ahora por su nuevo partido el PVEM, socio y aliado de Morena. Sabe que es la última vía oportunidad que le queda para alcanzar la sagrada purificación y ser elevado a una deidad a la que sus enemigos de hoy se le arrodillarán. Lea usted con ironía maliciosa y un destello realista. Por lo pronto, lo de hoy es su “prisión oficiosa” todo el tiempo que se prolongue su juicio, un máximo de dos años. Ese fue la decisión del Juez de Control, de mantenerlo encerrado en la cárcel de Bucerías, que en era de Edgar Veytia fue lo más parecido a un infierno. ****** Ya concluye otra semana negra para el gobierno federal. Habían ocurrido matanzas en Guerrero, Michoacán, el culiacanazo, causantes de agudas crisis sufridas por la 4t y que hicieron enojar a Don Santo Amlo que lo ha hecho perder la cordura. En lo más alto de la sierra entre Sinaloa y Sonora se derramó sangra de inocentes niños y mujeres de la familia Lebaron. Los dolientes acusan de ser víctimas de atentados directos. El gobierno federal en voz del secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo cree en la confusión. Sin embargo parecen coincidir en que los autores son pistoleros, células de las mafias que disputan esa región serrana. Hace ya muchos años, más de tres décadas conocimos esa zona y o descubrimos nada nuevo que no sea la vocación de los rancheros por la siempre de yerba verde. Sorteando ríos y arroyos se llega a Agua Prieta, la ruta del comercio de las cosechas para intercambiarlas por billetes verdes. ****** La tarde del jueves vimos una camioneta con equipo especial recorrer calles de Ixtapa disparando algún químico blanco. Sin duda atacaban el mosquito responsable de expandir el dengue y otras enfermedades tropicales. Así confirmamos la advertencia lanzada desde Guadalajara por las autoridades de salud, de pronosticar la mudanza del dengue a los municipios de la costa de la entrada. En la Secretaría de Salud del Estado están preocupados básicamente por la amenaza en Puerto Vallarta, La Huerta, Autlán y Cihuatlán. Que solamente a Puerto Vallarta enviaron en total 14 máquinas nebulizadoras, 50 brigadistas de control del mosquito y otros 15 preventivos. Ojalá y no hayan reaccionado tarde, como allá en Guadalajara y la zona metropolitana.