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Gerardo Sandoval Ortiz |

En desdén cultural desplazan las granjas de bots al Canal del Puerto

 

CONTEXTOS

Gerardo Sandoval Ortiz

 

 

En el más absoluto de los silencios, con el arribo del nuevo gobierno municipal, el jueves 30 de septiembre se extinguió la señal del Canal del Puerto y desde ese día se congeló la producción del conocido Canal Cultural.

Queda para a historia la última de sus transmisiones, una presentación del grupo musical “Raíces con Voces de Libertad”, un evento celebrad en el Teatro Vallarta a la que asistió Mojtar Lebuehi, el embajador de un pequeño país árabe.

El Canal del Puerto se distinguió por la pluralidad de sus contenidos pues pese a confiársele desde su origen al personal del área de cultural, ahí hallaba espacios grupos como los colectivos lébisco-gay-trans.

Lectores cansados de leer, ver, de escuchar noticias políticas en los medios tradicionales, impresos y electrónicos, ávidos por procurar otra información, disponían de un canal de noticias culturales y otros temas cotidianos que aquejan a los nativos.

El Canal del Puerto fue un proyecto elaborado desde los primeros días de la administración de Ramón Guerrero Martínez. Antes de cumplir su primer año, se aprobó el proyecto y para el 4 de agosto de 2014 el pleno del Ayuntamiento aprobó destinar un millón 600 mil pesos para adquirir equipo de producción. Por ese tiempo, Sergio Zepeda Moreno era el director del Instituto Vallartense de Cultura.

Comunicación Social del municipio difundió un boletín sobre el tema del cual rescatamos un párrafo: “Será un medio de comunicación artístico, social y netamente vallartense que se prevé comienza a la brevedad las transmisiones, primero por internet, y ya con el proyecto consolidado, por sistema de cable; para ello van muy avanzadas las gestiones para generar convenios con emisoras como el Canal del Congreso, Canal 7, 22 y Once Tv”, declaró el responsable de la cultura municipal.

Años atrás, cuando David Cuevas García iniciaba su gestión como alcalde, le dio forma a su sueño de construirse con recursos municipales su propio medio de comunicación. Muchos de aquel equipo se mantienen activo bajo la tutela del político del Monteón aunque ahora ya no con recursos públicos, sino del empresario turistero, Fernando González. David Cuevas habilitó su estudio al lado de las oficinas de Comunicación Social pero en poco tiempo se le esfumó su entusiasmo.

“El mochilas” rescató intentó el proyecto del segundo de tres alcaldes panistas con su Canal del Puerto. Ayudó que esto se materializó en la era digital y con mucha tecnología al alcance abarato costos de producción. Con menos empleados, reporteros, camarógrafos y personal de producción y edición, fue posible mantener la señal hasta el último día de la administración de Arturo Dávalos, la tercera y última de la época de los gobiernos del Movimiento Ciudadano.

¿Al ordenar desmantelar el Canal del Puerto, el presidente municipal, Luis Michel muestra su desinterés?  No necesariamente. Es cierto que medios de comunicación el profe Michel nada sabe pero es sabido de sus intentos por construirse medios adhoc a sus intereses políticos. Nada menos que la misma motivación David Cuevas y de Ramón Guerrero en su momento.

Los hechos demuestran que en esta administración la única estrategia de imagen y difusión descansa en la granja de bots. Ni modos que sea secreto que en tiempos de la 4 transformación la prioridad es alimentar a esas legiones de cibernautas que desde las redes sociales atacan a los críticos de su gobierno y defienden a los suyos, en este caso al alcalde Luis Michel, a sus colaboradores y también a Salvador Llamas.

La cultura no se halla entre las prioridades de los nuevos gobernantes. La mayor prueba está en haber nombrado al imberbe Luis Escoto -un íntimo pupilo del alcalde- al frente del Instituto de Cultura. Por las asesorías de Llamas, las preocupaciones y atenciones se concentran en la cuestión política, que comprende salvaguardar la imagen personal y del régimen.

El Canal Cultural se aparte de las prioridades de Michel y Llamas en tanto que desde de origen se diseñó para abrir espacios a la cultura, al arte, al teatro, a la historia, a la arqueología, al medio ambiente. De ello hay constancia en su canal de Youtube.

Con el presupuesto autorizado en agosto de 2014, se pudo armar un estudio de producción y comprar equipo de alta calidad para producción en campo. El equipo a cargo de Arturo Montero dispuso de cámaras y equipo de edición y pudo producir infinidad de capítulos de alta calidad, de contenidos y de producción, en sus labores de difundir la cultura local.

A cuatro meses de apagarse la señal, nada se ha informado del destino del canal cultural. Al parecer se desmanteló y si  no, nada de malo tiene que se informe a dónde fue a dar el equipo. La transparencia, la transparencia.

Lo que primero fue un rumor, de que con la asesoría de Salvador Llamas, Michel se propone construir su propia red de medios de comunicación, parece tomar forma. Ni Michel ni Llamas confía en los medios que sobreviven en la ciudad. Los desdeña y minimiza, algunas veces en modos de desprecia a los reporteros. Se han escuchado versiones de la posibilidad de que ese haya sido el destino del equipo.

En las últimas guías de contenido, el Canal del Puerto ofrecía a los vallartenses y sus alrededores una gama de programas y con tenido que comprendía entrevistas, rutas turísticas, crónicas de la ciudad, programas de investigación, espacios para universidades e instituciones culturales. “Navega la cultura”, invitaba. Entre sus contenidos más recientes se incluyen historias urbanas, reportajes; también un reportaje sobre la raicilla. Pero a Michel, a Llamas, a los de la 4t nada de eso les interesa.

Revolcadero

 

A los intelectuales de nuestro edén, los únicos interesados en la cultura, a veces hasta niveles de protagonistas les invade la tristeza y aunque con tibieza empiezan a alzar la voz. La empresaria y pintora, Martha Dau escribió hace una semana: “Una de las quejas más viejas y constantes que ha tenido el gremio cultural de Puerto Vallarta es la falta de espacios y plataformas para la difusión de los eventos y programas que permitan a la comunidad enterarse de la oferta local. Cuando llega una Dirección al Instituto Vallartense de Cultura que evidentemente no tiene experiencia ni capacidad y cuando la Regidora con la comisión de cultura es completamente indiferente a su función se cometen graves errores como el mal uso de las pocas herramientas de difusión cultural con contenidos fuera de lugar, superficiales, frívolos e intrascendentes para la comunidad vallartense”.  Preside dicha comisión es Carla Helena Castro López, quien vía el PVEM alcanzó la regiduría plurinominal y gracias a esa falsa generosidad del “profe de los dieces” ostenta dicha responsabilidad. Decimos “falsa generosidad” porque es evidencia irrefutable del desinterés del primer edil por la cultura, de tal modo que ni siquiera le interesó a ningún regidor de la fracción mayoritaria, los morenos.****** Pero antes, el último día del año pasado, Martha Dau, reconocida por ser promotora de la cultura local, escribió: “Cuando un Alcalde decide poner a sus «cuates» y aliados de campaña frente a Direcciones de Ayuntamiento como recompensa o pago…suceden éstas cosas.  Puerto Vallarta no puede ni debe seguir en manos inexpertas y menos el Instituto de Cultura que es pilar principal para el desarrollo y evolución de esta ciudad y sus habitantes”. Aquí enfocó sus baterías al ingeniero Luis Jesús Escoto Martínez, quien está al frente del Instituto Vallartense de Cultura el IVC. Había ya malestar por el uso de los “canales” digitales del IVC, que lo mismo difundía una imagen de algún vuelo espacial que viejas estampas de las pirámides de Teotihuacán. “Estos amigos no dan una: su concepto de cultura es una Villa Navideña con pista de hielo incluida” escribió Alfonso Baños, un arquitecto y académico universitario, hombre de letras y cultura.*******Si a Enrique Peña Nieto le hallaron su “Casablanca”, ahora al hijo de nuestro honrado presidente, Andrés Manuel López Obrador, José Ramón  López Beltrán lo pillan habitando una residencia en Texas con todos los lujos. El vástago presidencial no supo  vivir en la justa medianía y antes que vivir en nuestro país, un régimen de austeridad republicana impuesto por su padre, el muchacho prefirió en el más capitalista y neoliberal de los países del mundo. Los defensores dicen que pues la mansión gabacha no vale los 70 millones de pesos como la “Casablanca” de Peña, que solo vale unos milloncitos de pesos, no de billetes verdes. Si de ello se deduce, probablemente falsamente, que dichos bienes son producto de la corrupción, de moches, de negocios al amparo del poder, para los de la Cuarta Transformación, es lo de menos. Como el paisano Layín de Huaristemba, no hay comparación porque el producto del robo es poquito. No. Lo grave es que el muchachon José Ramón, ocupado una la casona de Jacobs Reserve, en las inmediaciones de Houston, propiedad que perteneció a un alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, favorecida con millonarios contratos asignados por la paraestatal Pemex. Por ahí llegarán las futuras acusaciones, por el probable conflicto de intereses.