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Gerardo Sandoval Ortiz |

El contubernio entre chafiretes de Unibus, Tránsito y ajustadoras

CONTEXTOS

A las 06:37 nos llamaron para reportarnos detalles del incidente vial ocurrido siete minutos antes en la avenida México frente a Mojoneras.

El reporte a la Base Calle, al 911, se registró hasta las 08:15 horas de este pasado lunes 12 de octubre y 90 minutos más tarde se envió una ambulancia.

El servicio se atendió con eficacia y en 15 minutos se presentó una ambulancia de Protección Civil y Bomberos donde ya había varios patrulleros.

Transcurrió una hora con 45 minutos para llamar y reportar el incidente y la pasajera debió esperar dos horas para su revisión médica.

A esa hora el camión TUCP T222 hacía su ruta rumbo al centro atestado de pasaje. Casi frente a la biblioteca de Mojoneras levantaba pasaje y sin tener encendido sus luces preventivas. Atrás de él una camioneta hizo alto y un minuto después lo rebasó y se reincorporó al carril preparándose para virar a su derecha metros más adelante.

Al volante del camión urbano iba Juan Manuel Pérez Juárez. Circulaba sin placas ni permiso a la vista. Apenas se subió un último pasajero arrancó bruscamente y provocó que una dama que viajaba parada en la puerta de acceso se golpeara con la tubería del pasamanos. Dos horas después, diría al paramédico que la revisó haber recibo el golpe en el costillar del lado derecho.

Hasta ahí todo parecía normal esa mañana del lunes. El tráfico de norte a sur era intenso.

La conductora del vehículo particular hizo alto al sentir un leve golpe atrás. La animó la creencia de “el que pega paga”. Revisó pero no había huella de golpe y cuando se disponía regresar a la camioneta y reanudar su camino, del camión bajó el chofer y la encaró. Vestía desaseado, sin uniforme, una camiseta blanca sobaquera y maloliente.

Para asombro de todos, el camionero reclamó un pago inmediato y estimó el daño en 2500 pesos. A esa cantidad, le sumó otros dos mil pesos, que sería para pagar atención médica a una pasajera golpeada. En tono amenazante, dijo llamaría a su aseguradora. Lo hizo y en minutos llegó un ajustador.

El ajustador se comportó cual gansgter en su territorio. Platicó unos segundos con el chofer del camión, revisó de lejos las unidades involucradas en el incidente y “dictaminó” como el mejor de los peritos y exigió: Usted es culpable, debe pagar 4500 pesos, 2500 son para el chofer y 2000 para la señora golpeada.

En ese momento hizo su arribo un agente vial. Cumplió el ceremonioso ritual de bajar de la patrulla y sin revisar huellas de golpes en los vehículos, le dedicó un minuto al chafirete del urbano y al ajustador. Después, fue con la conductora de la camioneta particular y soltó: Usted es la responsable, pague los daños, son 4500 y si no se va detenida, con todo y su camioneta.

En ese momento la capacidad de asombro de la conductora de la unidad particular había sido superada. El agente mordelón evaluó y condenó, sin revisar eventuales daños en el camión urbano, tampoco sin ver físicamente a la pasajera supuestamente lesionada, que la conductora de la camioneta que recibió el golpe era absoluta culpable y debía pagar.

Emitieron la condena sin permitir verificar si existía persona lesionada. Todo indica que con intencionalidad y alevosía ocultaron a la pasajera y solo se supo de ella dos horas después, cuando se apersonaron los paramédicos.

El agente vial ordenó mover los vehículos a la Avenida La Palmas, unos metros antes de edificio de la Fiscalía Regional y de esa forma agilizar el tráfico vial por la avenida México.

Del incidente, lo destacable es la cobarde y abusiva agresión del chofer, Juan Manuel Pérez Juárez a una dama que creyó desprotegida y abandonada en la oscura penumbra del amanecer del arranque de la semana. A la tortura verbal, el chofer contó la complicidad del ajustador que con singular alegría se unió al hostigamiento y acoso por casi dos horas. Cobarde por demostrar eso, ser incapaz de sostener la vista y levantar la cara al momento de firmar el convenio 1868 y desistir de su indigna e irrazonable exigencia.

Por si fuera poco, el agente vial se unió al coro del chafirete y del ajustador. Escuchamos por teléfono la ventajosa actitud de los vándalos y sin embargo jamás lograron su cometido.

La víctima sintió alivió con la presencia de los socorristas llamados “por calle” al 911 para revisar a la paciente a la que nadie le permitían bajar del camión. El veredicto médico preliminar de los paramédicos fue inmediato. Lesiones ni huellas había y no se requería traslado a institución médica.

Las recomendaciones médicas fueron de tal valía que los últimos patrulleros últimos en arribar al sitio pararon en seco al primer patrullero. Hicieron valer la razón y llamaron a la cordura. Exculparon a la conductora de la unidad particular y todos, también el chofer y ajustador, aceptaron el veredicto y firmaron el convenio de acuerdo común.

Para entender el enredo es de mucha consideración nuestra una expresión dicha por uno de los paramédicos al momento de revisar también a la conductora acorralada. Cuando ésta le confesaba su sentir de impotencia por semejante injusticia, el espontáneo comentario fue; “señora, esto es todos los días con los camioneros”.

¿Qué quiso dar a entender el paramédico? Es bastante claro. En Puerto Vallarta, los choferes de camiones urbanos todos los días protagonizan choques en las calles de la ciudad y jamás aceptan culpa y responsabilizan a los choferes de vehículos particulares.

Nos causa mucha sospecha la actitud del primer agente vial que acudió a atender el servicio. El oficial Alonso López se condujo cual cómplice de las fechorías del camionero Juan Manuel Pérez Juárez y del ajustador. Esa madrugada patrullaba en la unidad PT262 de Tránsito Municipal.

Hemos decidido omitir la identidad de la pasajera lesionada. Ella también fue víctima de la cobarde actitud del chofer. Ignoramos quien y con qué argumentación la convencieron de firmar un documento de desistimiento. Si, chofer, ajustador y agente vial ya habían preparado un mañoso convenio que hacía responsable a la conductora particular y la obligaba pagar todos los daños.

¿Y quién es el ajustador? No disponemos del nombre preciso del despreciable ajustador. La empresa Unibus es el pulpo del servicio de transporte urbano en Puerto Vallarta y al frente de ésta se halla Luis Romero, un personaje de oscuros antecedentes, oriundo de Cabo Corrientes. El nacimiento de la empresa se tiño de rojo sangriento pues el promotor y primer representante, José de Jesús Romero fue asesinado. Hubo otro ejecutado ligado a la empresa camionera y es Adrián Gómez Meza. Este muchacho, nativo de El Pitillal, fue encarcelado bajo acusaciones de ser “el contador” de los malosos. A días de ser liberado, extrañamente apareció “suicidado” en Puente Grande.

“Guerrero” es el asegurador de los camiones urbanos, me confirmaron diversas fuentes. No sabemos hoy pero esta familia se hizo notar por la agresividad de sus servicios a través de la empresa Protección Legal Automovilística de Vallarta.

“Guerrero” esa una firma sinónimo de infame fama pública en el negocio de los seguros. Con eso entendemos de la conducta del ajustador que asistió al chafirete del camión TUCP T222.

Revolcadero

El que armó la escandalera y alborotó el gallinero del mundillo de la política fue el contador Héctor Gallegos al poner en circulación su convocatoria al nacimiento de lo que él llama “Corazón Vallartense”. A todas luces devela que es una agrupación con fines y objetivos políticos. Los colores del diseño dejan muy poco a la imaginación. Sin embargo, más de alguno le preguntó y se quedó mudo. Le dijeron que color del logo lo desnudaba pero ni lo negó ni afirmó. “A Gallegos le gusta soltar rumorología” nos dijeron de él. Se ha sabido ganar esa fama y debemos añadir que le disgusta, le incomoda y reacciona cuando se siente acorralado. Hace cosa de dos o tres meses lo señalaron de tener pactos y compromisos con el trío Enrique Alfaro-Ramón Guerrero-Luis Munguía y que pronto se integraría en alguna chamba en el gobierno del estado y ser un soldado del proyecto de Munguía. Ese fue el rumor de la media semana Gallegos no lo desmiente. En cambio invita a reunirse la tarde de este mismo miércoles 16 en el Salón Cesar, allá en lo más recóndito de El Pitillal. No sabemos qué conejo sacará ahora de su costal. ***Vaya, los priistas jaliscienses están de moda. Por lo pronto ya volvió a la escena política, y a nivel nacional, el exgobernador Aristóteles Sandoval Díaz. Lo presentaron como nuevo Secretario de Innovación y Participación Digital del Comité Ejecutivo Nacional de PRI. Por ahí nos enviaron la fotografía en donde aparece al lado del máximo dirigente del Revolucionario Institucional, Alejandro González, Alito, y vemos rozagante *** Y a propósito de los De Santiago, ya antes habías dicho que Alfonso Zamora de Santiago, de apodo popular “el tejuinero”, amigo de Las Palmas, ya tiene sus choque con la delegada municipal de esa demarcación, Rocío Daniela Torres Pérez, la más chiqueada del Oficial Mayor de Padrón, Licencias y Reglamentos, Eliseo “el Cheo” Torres Rendón. “El Tejuinero” es uno de los ingratos del PRI que meses atrás saltaron de ese partido al Movimiento Ciudadano y en su momento fue uno de los asistentes y ayudantes del administrador de las UNIRSE, Cesar “el lucas” Langarica Santana, a quien por cierto nos dijo que no lo quiere ver. Resulta que “el tejuinero fue mandado como encargado. Total, que el delegado y el nuevo panteonero de Las Palmas andan de las greñas porque la delegada le exige checar tarjeta y pues eso le quita tiempo para reordenar las tumbas. Y pues al amigo “Tejuinero” no le gusta que por sus ovarios, la guapa delegada le imponga órdenes. Eso de checar a las 8 de la mañana entrada y salida las cuatro de la tarde, no va con él. “Le ha quedado grande el saco a la delegada”, dice. Nosotros creemos que la delegada se echó un alacrán encima quien tiene como su sueño ser delegado de su pueblo. Por lo pronto piensa proponer que al siguiente delegado se elija con el voto popular.