CONTEXTOS
Gerardo Sandoval Ortiz
Duele la partida de Miguel Ángel Preciado Bayardo, un extraordinario profesionista que tal vez por no abrazar el pragmatismo como filosofía al incursionar en el servicio público, en la política, no pudo alcanzar el éxito pleno.
Poco antes de la media noche de éste martes 23 se informó del deceso de Miguel Ángel, “el Mike”, como era conocido por sus amigos. El sábado anterior sufrió dos infartos al miocardio y pese a que el domingo se reportó su aparente recuperación, ya el lunes sus condiciones de salud empeoraron y no pudo recuperarse de un tercer infarto y el martes por la noche murió.
“El Mike”, si como profesionista fue eficiente e íntegro, su herencia como regidor en dos trienios, 2001-2003 y 2007-2009, le mereció el unánime reconocimiento del resto de los regidores y de la sociedad de su conjunto. “Gracias por tanto mi Mike. Fuiste de los contadores que defendían con amor, enojo y fundamentos lo justo en un Cabildo”, le escribió a manera de despido, Patricia Gutiérrez Padilla, secretaria ya jubilada.
Conocí a Miguel Ángel Preciado en el último trimestre de 1989. Como auditor de confianza del grupo empresarial de Fernando González Corona solía acudir a las oficinas administrativas del periódico Tribuna de la Bahía y brindad a apoyo al administrador Don Fidel Martínez. Fueron encuentros constantes, a veces en el diario por la calle Morelos, y algunos fines de semana en la casona arabesca de González Corona, allá por Playas Gemelas. El juego de voleibol, el básquet, nos atraía y ambos repelíamos la pesca deportiva. Pero algunas veces “El Mike” subía a la cubierta del yate a punto de partir, apurado por la urgencia de alguna firma o documento a revisar.
Fue un aceptable jugador de deportes de piso y exhibió su talento jugó en algunos torneos en la cancha de la plaza de El Pitillal. Nunca faltó los domingos a juegos de preparación y convivencia en las canchas del Seapal de la colonia Buenos Aires. En esa época inició formales relaciones con Estela Rosas, con quien procreó a Michelle y Miguel.
Un fin de año, ya en 1993, González Corona anunciaba a su familia, amigos y colaboradores de sus empresas, sus deseos de aceptar la invitación del Partido Acción Nacional para ser candidato a la diputación federal. Uno o dos años atrás, el magnate de los tiempos compartidos coqueteó con el PRI pero se rechazó su propuesta de ir en la planilla con Rodolfo González Macías como candidato a vicepresidente municipal.
A Preciado Bayardo le agradó la oportunidad de probar suerte en la política. En dos campañas constitucionales y una precampaña interna (ésta en las postrimerías del 2000, una precandidatura a gobernador del PAN) fue el encargado de llevar las finanzas, todos el gasto, y enterarlo a la autoridad es electorales. Nunca se supe de alguna sanción por algún reporte mal hecho de gastos. Pocos como él sabían administrar gastos, sin descuidar rebasar los topes oficiales.
Me consta que a él le dolió la derrota frente a González Macías por la diputación federal. Pero se regocijó la noche de aquel domingo 12 de febrero de 1995 que por fin el PAN pudo doblegar al PRI y arrebatarle la alcaldía. En 1997 fueron otra vez por la legislatura federal y finalmente el hotelero pudo ganar una curul en la Cámara Baja.
En aquel equipo, todos fueron hombres de retos. Se lanzaron en una aventura imposible de ganar. El PAN abrió su proceso interno para seleccionar a su candidato a gobernador para la elección del 2000. Los hermanos Ramírez Acuña, José Cornelio y Francisco, debieron superar sus conflictos internos de familia ante la amenaza del osado hotelero vallartense. Solo los pudo asustar. Los panistas demostraban una vez más ser un partido de familias de elite. Al cabo de ese proceso, González Corona renunció a su militancia panista pero no desistió despojarse de su manto político.
Los mejores años de Mike Preciado en la política, para su mala suerte, coincidieron con el declive del panismo en Puerto Vallarta. En la administración de González Corona, luego con David Cuevas García jugó un roll discreto, de confianza sí, pero cauto sin ganar reflectores. En el 2000, ya con Pedro Ruiz Higuera fue regidor. Desde ahí ayudó a Eva Contreras Sandoval hasta lograr ganar una elección interna. Sin embargo, fueron derrotados por el priista, Gustavo González Villaseñor. Ya para el 2005, también en una elección interna, Preciado fue electo abanderado por la militante pero devino un descalabro.
Curiosamente fue como regidor de oposición, que finalmente pudo mostrar su trabajo decoroso y desinteresado. Lo paradójico es que su candidatura marcó sus últimos años. Se quejaba de haber sido abandonado por su antiguo patrón y tutor político cuando más ocupó de él. De algún modo trascendió, él lo supo, de algún tipo de financiamiento del grupo empresarial de González Corona a la campaña del PRI y eso lastimó la sensibilidad del contador. Nunca se confirmó la versión pero en los hechos pero a partir de ahí se marcó el distanciamiento.
En ocasionales charlas de café, siempre prudente y apesadumbrado, Preciado Bayardo confesó estar dolido porque aquel hombre se distanciaba de los amigos que crecieron juntos en los negocios. Él era uno de ellos.
Supimos, aunque no sabemos si fue cierto, que atravesó una época crítica y que hasta se entregó al alcohol. Le llegó oportuno la invitación de sus amigos panistas, ya reconvertidos al Movimiento Ciudadano, y aceptó un nuevo empleo en la administración municipal.
Se identificó plenamente con el equipo del alcalde Arturo Dávalos y las dos o tres veces que nos saludamos en los últimos años lucía jovial y animoso. Una noche de un fin de semana protagonizó un incidente vial, intento escapar del lugar y fue detenido. El escándalo se politizó, ocurrió una andana de críticas a él y al gobierno municipal, y el impacto mermó su salud.
Se ha ido un buen hombre. “El Mike” fue una profesionista, un servidor público, un político jamás entendido ni comprendido. A él le debo un gesto que hoy me siga impactando. Una mañana de lunes, diciembre de 1997, o tal vez los primeros del siguiente año, me llamó a la redacción de Tribuna de la Bahía. Me advertía de una orden de aprehensión obtenida de un juez por la Fiscal Especializada para Asuntos Electorales de la PGR. En razón de no haber cometido el supuesto delito, me negué abandonar las instalaciones del diario, él abandonó su oficina y personalmente fue por mí para trasladarme a un lugar no identificado. En ese sitio, un suntuoso pent-house de un hotel de la zona hotelera ya estaba una media docena de colegas. Y que no se haga mi amigo Cyrano, él era uno de ellos.
Ese fue Miguel Ángel Preciado. Un amigo que nos permitió trabajar juntos, vivir y compartir experiencias personales, públicas y privadas. Que tenga el más feliz de los eternos descansos.
PD: Si acaso la debemos una disculpa, ésta será nuestra firma negativa de rechazar una y otra vez las invitaciones que por su conducto me hicieron para desempeñar uno u otro cargo público en el gobierno municipal o federal. Lo mío jamás ha sido aspirar a una chamba gubernamental. A quien le quepa duda, no estoy autorizado a dar su nombre pero lo hago, puede consultar a Javier Bravo Carbajal, quien como alcalde por el PRI me insistió por varios meses, de un julio a noviembre, ser uno de sus directores.
Revolcadero
Los haraganes recomendados por el lángaro del director que despacha en la DERSE, Roberto Preciado Palomera siguen puntualmente cobrando sus religiosas quincenas en la nómina estatal y sin despeinarse. Ya en este espacio consignamos a principios de año de las plazas ofrecidas por el director regional de la DERSE. Son plazas de intendencia en planteles de educación básica, todos en la zona rural. Son plazas de intendencia y como requisito básico se les obligó declararse en promotores de Luis Munguía. Ese requisito, no es que sea indigno. A nadie asombra. Lo cuestionable, y a eso apuntala crítica es que esos recomendados del profe Preciado Palomera cobran sin trabajar y el ejemplo es el Cristian López Martínez, que al no cumplir a cabalidad su chamba, las instalaciones de la escuela secundaria de Las Palmas luce sucia, en notorio deterioro y sin el más mínimo mantenimiento. Y eso que en dicha escuela, son cuatro los intendentes. Los maestros hasta bromean que a ese paso, habrá más intendentes que profes. Se entiende que el personal docente, y hasta el administrativo, labora desde sus hogares pero los de intendencia ni las luces van a encender. Son varios planteles de comunidades del municipio en condiciones iguales, estrenando intendentes que ni los maestros conocen. Cuando no hay liderazgo ni supervisión de los superiores, todo puede ocurrir, hasta cobrar sin trabajar y pues a ellos sí que la pandemia les cayó como anillo al dedo.****** De pena ajena las actuaciones de las regidores “juanitas”, sobre todo la tal María Inés Díaz Romero, quien no tiene tiempo para hacer el trabajo cotidiano pero ahora nos asombra al saber que está solicitando ser integrada a la Comisión de Protección Civil, Gestión de Riesgos y Bomberos. Es la misma Comisión edilicia presidida por otra de “las juanitas”, Alicia Briones, La esposa de Oscar Domínguez Valle y que también brilla por la ausencia de trabajo. “Mané” como gusta le llamen a la regidora María Inés es la jefa ejecutiva de ventas de una agencia de automóviles nuevos que desde el principio impuso su regla de trabajar a medio horario pero cobrando sueldo completo. Y para mayores señas, es la esposa de otro Oscar, el enmochilado Oscar Pérez Flores, quien se desempeñó como secretario particular de Ramón Guerrero, desechado por un tiempo, luego perdonado y lo tiene como su hombre de confianza en la Secretaría de Asistencia Social, allá Guadalajara. Y acertó usted, Oscar Pérez es uno de los promotores principales de Luis Munguía.****** Un último apunte. No es que nos asombre, ni que tengamos algo personal contra la regidora María Inés Díaz Romero, como tampoco se trata de nada personal contra su esposa, Oscar Ernesto Pérez Flores a quien cuando nos cruzamos en el camino le ofrecemos el saludo y hasta nos hemos sentado en la mesa a beber un café. Con los jefes de ambos, Ramón Guerrero Martínez, o con el diputado local, Luis Ernesto Munguía González hemos dialogado en la mesa, una o dos veces, pero ni por asomo los repudiamos como personas. En todo caso, nos hemos dado la libertad de cuestionar algunos de sus actos, actos públicos, personales o de grupo. “Mané” de Pérez no quiere disponer de tiempo completo para desempeñar su trabajo de regidora y está bien, la ley se lo permite. A medio trienio, su trabajo en la Comisión de Agua y Alcantarillado dista mucho de ser brillante. Mas ben tiene atisbos de ser intrascendente, opaca. Si le damos una calificación aprobatoria, sería de panzazo. Su paso por el Ayuntamiento pasará sin pena ni gloria. Para el olvido. Así, trabajando a medio gas, solicita más carga de chamba.
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