CONTEXTOS
El antepasado fin de semana asesinaron al periodista Luis Martín Sánchez González en Tepic y de una de sus manifestaciones para exigir justicia y esclarecer el crimen se escuchó a consigna “AMLO: balazos a periodistas, abrazos a delincuentes”.
Apenas transcurrió una semana cuando en Guerrero mataron a otro periodista, el sexto en el año, y resurgieron las expresiones contra los tres órdenes del gobierno. Las protestas de los comunicadores no logran hacer eco en el inquilino del Palacio Nacional, distraído él en disparar tinta en “plomo” contra Xóchitl Gálvez y sus fantasmales enemigos políticos.
El directore del portal de noticias, “Lo Real de Guerrero” Nelson Matus Peña fue agredido a balazos éste último sábado 15 de julio en el establecimiento de un establecimiento de una colonia de Acapulco. Es el periodista número 6 que muerto de forma violenta en lo que va del año. La organización Artículo 19 lleva contabilizados poco más de 160 comunicadores del año 2006 a la fecha y destaca que el 10 por ciento de esos crímenes ha ocurrido en dicha entidad.
El gobierno de Andrés Manuel López Obrador cerró el 2022 con un registro de 13 comunicadores muertos, más de uno por mes y catalogado como el más violento que se tenga memoria. En este 2023 se conserva la misma tendencia.
Para los paisanos colegas de Nayarit, semejante violencia contra quienes ejercen el periodismo puede explicarse en la indolente treta o estrategia del “abrazos, no balazos” que con mucha vehemencia defiende el presidente de la república Andrés Manual López Obrador. Ni siquiera es capaz de reparar en la cotidiano que repite la defensa de su idea, casi siempre aclarando que él no pactará con los grupos delincuenciales. Una y otra vez se ha dicho dispuesto a promover su tan cuestionada idea.
Del “abrazos no balazos” se ha dicho que es más una estrategia demagoga y servil al crimen, que por sus resultados urge desecharla o reajustarla. Si por sus resultados se puede evaluar, dejando fuera las opiniones oficiales, el método para extirpar el flagelo que mucho lastima a los mexicanos es un planteamiento fallido.
Los periodistas siempre han ejercido su labor bajo la amenaza de los criminales. Y conste, no se trata de la llamada “delincuencia organizada”, de cárteles o varones de las drogas. A lo largo y ancho del país acechan asesinos que puede encasillarse miembros de los delincuentes “de cuello blanco”. Para la suerte negra de los comunicadores abundan políticos y funcionarios públicos, federales, estatales o municipales, dispuestos a cobrarse con sangre una crítica que a su juicio estropee sus planes, proyectos y aspiraciones futuras.
Por las cifras, y no por alguna puntada de un espontáneo, México está catalogado como el país no en guerra de mayor riesgo para ejercer el periodismo. Las imágenes noticiosas que todos los días difunde la televisión nacional muestran la preocupante normalidad de enfrentamientos que construyen la imagen de un país que vive tiempos sanguinolentos.
Martin Sánchez, fue un periodista oriundo de Acaponeta, la tierra de otros comunicadores contemporáneos. Había estado en su tierra el miércoles 6 del mes en curso, regresó a la capital, se reportó en su casa, y por la noche dejó de responder llamadas. Su familia, preocupada, lo buscó y hallo su casa en desorden y parte de su equipo de trabajo había desaparecido. La familia exigió justicia y protección. Por respuesta, el desabrido gobernador moreno, Miguel Ángel Navarro Quintero solo ofreció, como medida de protección, transporte a la capital del país. La “sesuda” medida irritó a la familia agraviada pero no hubo otra opción y diez miembros de la familia con raíces en San Miguel, al norte de dicha entidad, atendieron la orden gubernamental.
Parece ser que el “abrazos, no balazos” de la 4 contiene como única solución para el reparto de justicia a las víctimas obligarlos al desarraigo, a abandonar sus pueblos, sus tierras, sus propiedades, su ganado, sus gallinas, sus puercos. Para mitigar la pérdida de uno de sus miembros, recurren al gobierno y éste como único amparo, se limita a sacarlos de sus viviendas.
Hace unos días, en un pueblo de Michoacán mataron a un popular luchador social Hipólito Mora. Había sido amenazado, tiroteado, en diversas ocasiones, pero el infame gobernador, también de Morena, Alfredo Ramírez Bedolla, preocupado en ocultar la realidad atribuyó el homicidio a que el ex líder de las defensas armadas se negó a abandonar su rancho. ¿Qué quería el gobernador Bedolla? Incapaz de ofrecer seguridad a sus gobernantes, si infalible treta consiste en llevarse todos a Morelia la capital de esa entidad. Como si en Morelia no haya balaceras.
Esa terca realidad se desvive por contradecir a los gobernantes fue impaciente. Apenas unas horas de que ese gobernador michoacano, el Bedolla, declaró ufano de la baja en un promedio de casi la mitrad logró reducir índices delictivos, en Morelia se activaron todos los botones de emergencia.
Pero la consigna de los comunicadores paisanos contiene un ingrediente adicional. En Tepic, llamaron a no votar en las elecciones 2024, a menos que el gremio postule a un candidato propio, quien cual condicionante, deberá proponer una estrategia puntual que atienda y resuelva la violencia contra los periodistas.
Como el corporativismo tradicional, sindicatos y organizaciones políticas y civiles, históricamente los periodistas de Nayarit han incursionado en la política y han sido capaces de exigir espacios en los gobiernos, estatal o municipal. Cuando una reforma a la legislación local abrió la oportunidad de candidaturas independientes y que los partidos postularan candidatos a regidor por elección popular, diversos periodistas se registraron. Pocos obtuvieron resultados exitosos y luego regresaron al manto protector de los partidos.
No será fácil convencer al electorado abstenerse ir a votar pero la posición del gremio no debería desecharse. No por amenazar los espacios de los políticos sino para la protección de un derecho sagrado y de quienes lo ejercen todos los días. México no puede aspirar a una democracia plena si condena a los periodistas a morir por informar.
Revolcadero
Para el momento que Claudia Sheinbaum nosotros arábamos la tierra de un próspero ejido del municipio de Compostela frente a otro nuevo ciclo de cultivo. Así es que, al revisar las escenas del arribo de la ex jefa de la CDMX observamos en escena las extraordinarias escenas de la científica de la UNAM tarareando su discurso y mostrándose a sus seguidores vallartenses que no es la mujer oradora de los discursos políticos. La falta mucho punch a sus mensajes. ¿Y que dijo? Básicamente que es tiempo de las mujeres y que las encuestas le dicen que los mexicanos estamos de ciertos que ellas están preparadas parta gobernar. “Es tiempo de las muertes, el país no puede decir que no somos capaces de desarrollar cualquier actividad que queramos desarrollar, las mujeres pueden ser ingenieras, abogadas, enfermeras, científicas, bomberas policías, pueden ser presidentes municipales, senadoras, diputadas, gobernadores, presidentes de la república”. Al escuchar el discurso de la Sheinbaum se comprueba que a la dama se le agotó el discurso. Ese mismo discurso se ha escuchado por semanas, por meses. Los seguidores de Morena tienen por doctrina escuchar las “mañaneras” y ahora escuchar los mensajes de sus “corcholatas” en campaña. Es tiempo que la discípula chiqueada por Don Santo Amlo cambie de discurso.******* ¿Y que más hubo? Pues como cuando Cesar Augusto, el otro López de Tabasco, que hubo sonora concentración en la recepción a la Sheinbaum en el aeropuerto. No sabemos quién pagó la música, pero vimos transmisiones en donde se observa a Luis Munguía darle bienvenida, abrazo y beso a la aspirante presidencial más avanzada pero en empate técnico con Marcelo Ebrard, según una encuesta difundida ayer en un canal de televisión nacional. El motivador Ramón Chávez Lara, uno de los pilares verdes, escribió en sus redes sociales: “Bienvenida a casa Dra. Claudia. Tu familia verde te recibe”. El regidor Francisco Sánchez Gaeta escribió: “Hoy fue un gran día para nuestra familia verde. Recibimos en Puerto Vallarta con mucho entusiasmo a Claudia Sheinbaum, aspirante a coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. Sin duda alguna, ella es una mujer de importante y trascendente trayectoria, cuyo liderazgo es bienvenido y arropado por el Partido Verde. En su visita, escuchamos el mensaje que tenía para los vallartenses, y también le mostramos que en la ola verde de Vallarta, somos un movimiento cada vez más grande y con ánimo de transformar la vida pública de los ciudadanos. ¡Esto ya nadie lo detiene!”. Hasta parece confirman la versión de que “el niñito verde”, Manuel Velasco Coello declinará y se pronunciará en favor de a Sheinbaum.******* El tono feminista del discurso de la científica se explica en la dominante presencia del mal llamado sexo débil en el templete. Pero no se permitió a cualquier tipo de mujer. Se seleccionó a lo más granado de representantes esa diversidad étnica residente en la comunidad vallartense. Las otras damas, por influyentes que sean, debieron acomodarse entre la multitud, contados en una asistencia mínima de unos tres mil y una máxima que pudo ser de hasta seis mil almas. La regidora Carla Esparza Quintero y el regidor Pablo Ruperto Gómez Andrade por ahí estaban. Asimismo, a la asamblea informativa se asomó Jesús Michel López, “el chuyito” para los amigos, que para mejores señas es el hijo de “el profe de los dieces”, el alcalde Luis Michel. También se dieron cita en el malecón, dirigente estatal del PVEM y regidor Luis Munguía y el regidor Francisco Sánchez Gaeta. Además, asistió la legisladora Claudia Delgadillo y Sergio Gómez, éste último con licencia, vocero y coordinador del proceso interno en la entidad.