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Gerardo Sandoval Ortiz |

El sacrificio del morenista por incomodar a influyentes empresarios

CONTEXTOS

 

Gerardo Sandoval Ortiz

 

Hubieron de pasar 40 días de aquella acometida de José Luis Pelayo Barraza y sus inspectores contra negocios de la zona del malecón para ser sacrificado. Así, de la noche a la mañana, el único militante casto de Morena, que por su formación debía ser incorrupto, es cesado, exhibido y juzgado por impetuosos seguidores del nuevo régimen.

Apenas trascendió la destitución del director de Inspección y Reglamentos, el aparato de gobierno puso en marcha a sus huestes para colocarlo como el ejemplo de que la corrupción no tiene cabida en la administración de Luis Alberto Michel Rodríguez.

Cuando Michel daba a conocer nombres de su equipo, tachó a todo ser incorruptibles. Hoy, desde el gobierno de la 4t se reconoce que no están blindados contra actos deshonestos. Subordinados de Michel recopilaron supuestas evidencias y las filtraron para su difusión, las mismas pruebas que demuestran que en la actual administración ocurren prácticas que prometieron extirpar.

El argumento para deshacerse de José Luis Pelayo, es la evidencia de que con Michel no ha desaparecido la corrupción. Al cesado funcionario municipal se le achacan moches, pedir moches a un vendedor ambulante, a un puestero de calle, dinero a un subordinados para la compra de una cafetera. Pacientes incondicionales del alcalde grabaron al funcionario y esos audios sirvieron al alcalde para conjeturar la “pérdida de confianza” y cesarlo.

Pelayo Barraza está lejos de ser el inmaculado y recto abogado que con esas medallas se enlistó entre las tres decenas de aspirantes a obtener la candidatura de Morena a la alcaldía. Dos o tres años antes, un muy familiar nos confió haber acudido por asesoría jurídica “gratuita” en su oficina en la colonia Independencia, la cual obtuvo pero a cambio de unos miles de pesos. Que sepamos, la asesoría no arrojó el mejor resultado.

Al destino de Pelayo Barraza quedó marcado aquella tarde y noche del viernes 5 de noviembre. En un horario que antros y restaurantes del malecón y centro lucían repletos de clientes, el titular de Inspección y Reglamentos se dio luz verde a un operativo para intentar meter en regla a determinados establecimientos que por diversas razones no pudieron exhibir su licencia de operación. Para anular las acciones del personal de inspección, algunos buscaron el auxilio de los Michel y de otros prominentes funcionarios municipales sin conseguir el “amparo”.

Ese fin de semana trascendió de la clausura de un negocio cuyo propietario resultó ser muy amigo de Chuyito Michel López, el influyente hijo del presidente municipal. Cuando el amigo del hijo del alcalde recibió la notificación pidió el favor de que se le permitiera trabajar. Chuyito enfureció cuando no pudo contactar al subdirector, Ignacio Abarca Pérez, quien por orden de su superior apagó su teléfono apenas se concretó la notificación.

De acuerdo a la misma versión que obtuvimos por esas fechas, el lunes 9 siguiente, al acudir a su oficina, le avisaron de su cese. Nunca pudimos confirmar que ese mismo lunes, a Pelayo también le tenían su renuncia a firmar pero de alguna forma logró mantenerse hasta este martes 14 de diciembre.

El jueves 11, casi una semana de las acciones contra restauranteros y antreros, acudieron al alcalde un grupo de empresarios. Le leyeron a Michel un escrito de acusaciones contra Pelayo, Ignacio Abarca y del inspector Raúl Joya, quienes “mostraron una actitud de prepotencia, intransigencia, abuso de poder, con una jerga que avergonzaría a cualquiera y una excesiva fuerza”.

El personal de reglamentos intentó clausurar tres negocios al mismo tiempo “faltos de completo respeto y a la imagen o profesión de lo que se supone representa un servidor público, ante lo cual elevamos la voz, para que se tomen las medidas pertinentes, ya que no podemos estar expuestos a amenazas constantes o amedrentamientos para ejercer una actividad económica lícita (…), dice el escrito.

A las exigencias, el alcalde empezó por darle trámite al cese del inspector Raúl Joya. Salvó su pellejo pero en los siguientes días perdió también a su subdirector, Ignacio Abarca. Este martes, la cuchilla pasó por su cuello.

José Luis Pelayo debía saber del alto riesgo al autorizar las embestidas contra negocios que operan desde la media tarde y los fines de semana son parte de la variedad nocturna del destino, justo en donde Chuyiyo Michel se mueve a sus anchas. Aquel jueves 11, estaban representantes de tres restaurantes, Oasis, Paradise Burguer y Pancho Villa.

Los firmantes del escrito leído a Michel citan el “Ferchi’s Lobster House” como el negocio “visitado” por los inspectores que para mala suerte, ahí estaban algunos funcionarios municipales que atestiguaron. Este negocio está por concluir trámites y obtener su licencia de operación.

Los firmantes, 6 en total, le exigieron al alcalde: “se salvaguarde el estado de derecho, se prioridad a la actividad económica, a la tolerancia y a la buena fe, ya que venimos de la peor crisis económica de la historia; se deben tomar medidas pertinentes  para dar herramientas al servidor público, en este caso específico del área de reglamentos, para que los procedimientos sean escalonados, se le pueda dar continuidad, así como tiempo para finalizarlo, ya que se encuentra en trámite y no ha sido posible concluirlo”.

Ya desatado el trompo Chuyito Michel Vs Pelayo, el miércoles 17 de ese mes, el funcionario reaccionó convocando a otro grupo de unos 20 empresarios. Sus mermadas fuerzas le dieron para difundir un comunicado del supuesto respaldo de los empresarios. Como para emular a Michel, Pelayo clamó que con él habrá en Reglamentos “cero influyentismo” y hasta solicitó al alcalde reinstalar a su subdirector quien dijo se apegó a la ley cuando la clausura al antro de malecón.

El encuentro de Pelayo con los antreros enfureció a Chuyito Michel quien, sin levantarle el “castigo”, se guardó la orden del despido hasta acumular “evidencias”. En su pleito frontal ordenó a sus súbditos seguirle los pasos y un marcaje personal para sacarlo de la jugada. Este fin de semana, Chuyito Michel acumuló pruebas suficientes para socavarlo y pidió su padre deshacerse de Pelayo, quien el lunes fue invitado a firmar su renuncia. Rehusó aceptar su cese, pidió hablar con el profe Michel pero las puertas ya se le habían cerrado. Ya debe tener claro que acabó por ser un estorbo para el “manejo” de los “giros” nocturnos.

 

Revolcadero

 

Nos platicaba un operador de Morena que la destitución de José Luis Pelayo Barraza, políticamente es el desmarque absoluto del presidente municipal Luis Alberto Michel Rodríguez con Morena, con la Cuarta Transformación. Que mucho antes del cese del militante de Morena de mayor rango en la administración municipal, el alcalde daba muestras de separarse del obradorismo. Que la decisión de Luis Michel influirá en el futuro de su administración, también de Morena, porque Pelayo Barraza es visto como una figura de respetable arraigo y presencia en muchas colonias de El Pitillal quienes, con su separación, se sentirán agraviados por el alcalde. El amigo moreno sostiene que Pelayo tiene muchos más seguidores que “el chato” de los Ramblases y que bajo ese razonamiento, pudiera significar una fractura de Morena. ******* Por cierto, en Bahía de Banderas se informó de otro despido, del delegado de Transito del Estado, Hernán Machuca Rodríguez. La fincaron diversos motivos como el “uso indebido de funciones” y “abuso de autoridad”. Todo porque semanas atrás fue pillado en estado de ebriedad y en horario de labores por un automovilista cuando fue abordado por el ahora ex funcionario estatal que personalmente pretendía infraccionarlo. Al percibir el olorcito que despedía el servidor público, el particular sacó su celular, lo grabó y difundió el momento. La escena llegó al palacio de gobierno, y el ejecutivo, Michel Ángel Navarro Quintero lo borró del mapa. ******* La llamada “villa navideña” es el último escándalo atribuido al gobierno municipal. El martes acudimos al centro de la ciudad y por la zona del malecón es notorio la movilización de todo tipo de armatostes incluyendo vehículos de carga. En el malecón seguían “las casitas” de madera. Si le entramos al tema es probable que hallemos reglamentación que nos indique que, permitir el uso del malecón y otras áreas públicas para actividades comerciales, es tanto como autorizar una actividad no consentida por la normatividad o reglamento.