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Gerardo Sandoval Ortiz |

Mas dudas que respuestas con la ‘refundación’ de Alfaro

CONTEXTOS

Cuando su arranque de campaña aquel lunes 2 de abril, Enrique Alfaro Ramírez planteó la “refundación” de Jalisco, redujo su propuesta a cuatro soportes: reconciliar, reorganizar, repensar y renacer. Este miércoles 11 se dio el primer paso al aprobar con mayoría calificada reformar el artículo de la Constitución Política del estado para darle forma al Congreso Constituyente y justo ahí el punto débil del alfarismo: no pudo reconciliar a la clase política y seis diputados locales votaron en contra.

No confundir con “la 4t”, la idea de Andrés Manuel López Obrador, la de armar su propia revolución social y política. Lo de Alfaro es su propia transformación y muy al estilo Jalisco.

“La 4t” lopezobradorista refiera a tres grandes gestas de la historia, la guerra independista que liberó a México de España, la lucha reformista que separó al estado de la iglesia, y la gran revolución mexicana que heredó al país el “sufragio efectivo, no reelección”.

La refundación alfarista presenta muchos puntos oscuros. Cuando ha hablado del tema ha sido ambiguo y no deja en claro si se propone fundar algo o sencillamente darle una revisadita a estado y condiciones que guardan las instituciones de la entidad. No hay otra forma de entender la refundación y todo apunta a que tratará de construir los engranajes jurídicos, por lo menos recuperar los principios originales, para adaptar las instituciones a los nuevos tiempos.

De acuerdo al planteamiento original de Enrique Alfaro, su refundación se cimentará en los cuatro pilares ya citados arriba: conciliar, organizar, pensar y nacer. Pongámosle a los tres el prefijo “RE”. Decía que el primer reto sería reconciliar a ciudadanos con su gobierno, reconstruir la confianza y extirpar el pacto de impunidad y corrupción. Algo muy parecido a “la 4t”.

Con la refundación, Alfaro invita a imaginar y reflexionar si se va por el camino correcto, a replantear el futuro y hacer una limpia en las instituciones hasta regresar y restablecer el principio madre: servir a la gente y atender las necesidades del estado.

La refundación, tal y como lo propone el gobernador Alfaro, obliga necesariamente a que deberá empezar por una nueva Constitución Política y ya se dio el primer paso. La actual legislatura y sus 40 diputados locales será el Congreso Constituyente y ahí nacen las primeras dudas y las muchas interrogantes.

Los gobernados no requieren más leyes para prosperar. Solo ocupan un gobierno y que apliquen la ley, las vigentes, y actúan como lo que son servidores públicos y dignifiquen su quehacer. Si nuestra clase política se aplica, si reorientan sus energías en combatir la desigualdad se recuperará la confianza del pueblo en ellos y la tranquilidad llegará a las familias.

Fue a principios de febrero cuando Alfaro envió al Congreso su iniciativa para formular la nueva constitución. Desde siempre se invitó a una participación en masa de los jaliscienses pero no pasó del discurso. Transcurrió más de siete meses para llegar a la sesión del Congreso del pasado miércoles y aprobar lo primero, darle vida al Congreso Constituyente.

Reformar la Constitución Política local requiere en efecto una participación activa de los jaliscienses y convocar a éstos corresponde al gobierno en sus tres niveles. De su contenido debemos destacar la adelantada intención de construir el andamiaje legal del estado refundado y a la vez crear nuevas instituciones.

Alfaro decidió cortar de tajo hasta desaparecer instituciones, como el ejemplo del Instituto Jalisciense de las Mujeres y nos resulta curioso pretender ahora darle vida a nuevas instituciones.

Si “la 4t” procura reconstruir el gobierno federal pero sin escuchar a las entidades y amenaza con exterminar partidos políticos, opositores y críticos para materializar sin sobresaltos por la vía más cómoda su proyecto de país, Alfaro se encamina a refundar un estado que satisfaga sus egos y responda a sus fines.

Los cambios son positivos en cualquier ámbito de la vida siempre, sobre todo en las actividades del servicio público. Solo se ocupa orientar el cambio a construir condiciones que aterricen en el beneficio colectivo.

La refundación alfarista tomó forma a partir de la idea personal de Enrique Alfaro y sus amigos. A partir de ahí no cabe una refundación, y la de Alfaro parece haber nacida muerta. Ajustar su iniciativa va a requerir abrir la participación a todos, sin discriminar a nadie pero sin simulaciones. Los grupos étnicos deben tener participación y lo mismo otros sectores de la sociedad, como los trans-lésbicos-gay. Los pueblos originarios tendrán 4 espacios en el Constituyente.

Alfaro no ha transparentado su idea de la refundación y por lo que se la ha escuchado se inclina por reducir todo a construir un nuevo pacto social. Sus ideas reformistas parecen irse perdiendo en su insistente interés del lucimiento. Se muestra entrón pero solo afila el diente y no va a fondo.

Si en serio quiere ir a fondo tiene un amplio campo por trabajar y pudo haber empezado por extirpar clanes y elites que cada seis años pululan y se acomodan en la clase alta de la política estatal. Si todo se reduce a un nuevo acuerdo político social no habrá la transformación prometida sino el reacomodo de las elites y la de Alfaro es la de moda.

Si se impone la simulación la refundición se quedará en ese andamiaje jurídico legal que en su momento se erigirá en el manto protector de Alfaro, sus amigos y los intereses de su grupo.

La historia indica que todo aquel gobernante que presume tener el apoyo del pueblo impulsa sus propias reformas hasta imponer sus propias reglas que fortalecen su proyecto político.

La refundación de Alfaro ya tiene vida y no nació de la participación de la sociedad. Nació del discurso de la invocación de los tiempos de la campaña pero en ningún momento se ha dicho qué sirve y qué no sirve, qué se debe reformar y qué no. Con esos vacíos, queda en duda, no la legalidad pero sí la legitimidad de la refundación en ciernes.

Entendemos que se hará el ejercicio de siempre, alguien redactará las iniciativas de reforma y las hará llegar al Congreso para el cotidiano debate y discusión y posterior aprobación. No vemos otro instrumento ni mucho menos otro camino al cual echar mano que aliente y garantice la participación de los ciudadanos. Tampoco se perciben intenciones.

Revolcadero

Por cierto, para aprobar la reforma al Artículo 117 Bis de la Constitución Política del estado y crear el Congreso Constituyente se ocupaban 26 votos y fueron 31 los que votaron a favor. La alianza, acuerdo o pacto de Enrique Alfaro y sus amigos se reafirmó con una parte de los panistas, los mismos que lo apoyaron en su campaña para ser gobernador, el año pasado. Fueron siete diputados del blanquiazul que votaron a favor. Seis legisladores votaron en contra, los tres priistas, dos panistas y el moreno, Bruno Blancas Mercado. El diputado del Movimiento Ciudadano, Luis Munguía hizo lo que bien le sale, levantar la mano y aprobar todo sin respingar. ***** La diputada de Morena, Erika Pérez votó a favor y defendió su voto alegando que le incluyeron sus propuestas, tales como las de organizar mesas de consulta social mediante el formato de Parlamento Abierto y que ningún constituyente cobre sueldos no por honorarios ni con cargo al erario.******* El Constituyente se integrará por 138 personas, 10 representantes del Poder Judicial, 10 del Poder Legislativo y 10 del ejecutivo; 80 electores, 20 de RP, 4 del pueblos originarios y 4 electores con residencia en el extranjero. El tiempo ya corre y el Congreso del Estado tiene 90 días para expedir la reglamentación.